El nada honroso tercer lugar
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Sin duda, el narcotráfico con toda su secuela como el crimen organizado, las ejecuciones y las desapariciones, son hoy por hoy algo que le duele a todo México
México ha destacado históricamente por diversos potenciales. El petrolero, cuando la abundancia, el turístico, el empresarial y económico (pese a todo), y hasta en algunas disciplinas deportivas y en el arte tiene presencia en el orbe.
Ni que decir de su aporte cultural y su belleza arquitectónica e histórica. Orgullo de todos.
Naturalmente, una nación como México, tiene sus lunares, claroscuros y aspectos vergonzantes, como la Guerra Sucia, la época de mayor represión, y la actual, en la que se sigue espiando y acosando a diversos grupos sociales.
La pobreza, la marginación, la inequidad y la injusticia son temas que siguen pesando también en la nación.
Pero sin duda, el narcotráfico con toda su secuela de males como son el crimen organizado, las ejecuciones y las desapariciones, son hoy por hoy algo que le duele a todo México.
Recientemente la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) informó que México es el tercer país con mayor producción de cultivos de amapola en el mundo, sólo detrás de Afganistán y Myanmar.
Bastante decir. México, si se tratara de una olimpiada se estaría llevando la medalla de bronce.
Desgraciadamente esto no es un juego ni una competencia sana. No, es algo que genera destrucción, efectivamente dinero sucio, y muerte.
En el informe 2017, la UNODC señala que de acuerdo con las cifras de 2014 y 2015, en todo el país se cultivaron alrededor de 26 mil 100 hectáreas de amapola, flor que sirve como base para producir heroína y morfina. Mientras Afganistán produjo 183 mil hectáreas y Myanmar, 55 mil 500 hectáreas.
La ONU, que ha documentado y advertido a México desde que su principal producción era la de mariguana, años 80, 90 e inicios del 2000, alerta ahora al país sobre esta alza en la producción de la amapola.
Algo que también debe preocupar muy enserio al gobierno mexicano es una de las conclusiones del informe de la ONU, en el sentido de que los capos mexicanos “presuntamente se han beneficiado de la protección de la policía y de políticos”.
Se dice que las estructuras y acciones de las bandas organizadas de México se asemejan a las de Japón y Rusia.
Con razón estamos cómo estamos.
En un año, de acuerdo con investigaciones del gobierno mexicano apoyado por el de Estados Unidos, México es capaz de cultivar alrededor de 26 mil 100 hectáreas de amapola.
Otro estudio similar, el “Monitoreo de Cultivos de Amapola 2014-2015”, publicado el año pasado, ya daba a conocer que los principales productores de amapola en México son: Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Chihuahua, Durango, Nayarit, Jalisco, Chiapas y Oaxaca.
Estas entidades producen la flor de la cual se extraen componentes para la producción de goma de opio, heroína, morfina y otras drogas.
Dicho estudio, además de detectar las zonas de influencia de la amapola, evidencia que las áreas con población marginada tiene mayor probabilidad de tener cultivos ilícitos y a medida que se duplica la marginación se produce un incremento de 12% en la probabilidad de esta actividad.
El documento oficial del gobierno de México y Naciones Unidas también advierte que la densidad demográfica es un factor relevante en las zonas donde hay plantíos ilícitos. En localidades con población menor a dos mil 500 habitantes hay 280% más de frecuencia de plantíos de droga, pero a medida que la población aumenta, la proporción disminuye.
En el mar de documentos que existen sobre el uso de drogas, se ha establecido que el 5% de la población mundial adulta (unos 250 millones de personas) consumió sustancias, al menos una vez, en el año 2015 y que alrededor de 25% de las muertes por el uso de drogas ocurren en Estados Unidos.
Mientras tanto en México, en las 9 entidades donde se produce la amapola, existe una guerra intermitente entre las fuerzas armadas y los grupos delictivos que poseen los narcocultivos, pero también se da entre las bandas criminales por el territorio.
Los resultados son los mismos. Muertes por todos lados.
A esto hay que sumar las cuotas de decesos y destrucción de personas que dejan estos cultivos mexicanos por su consumo, tanto en el territorio como fuera de él.
No cabe duda que estudios, diagnósticos e investigaciones bien documentados van y vienen, revelando una situación acaso atroz o de terror alrededor de la amapola y otros cultivos que sirven para la elaboración de drogas en México.
Pero, como está visto, los efectos y las consecuencias envuelven a regiones enormes y a todo el mundo, por lo que la búsqueda de soluciones para su combate, la legislación para su uso medicinal y la prevención, exige una concurrencia entre naciones.
De otra manera, de poco o nada sirven los diagnósticos y las soluciones locales.