Enriquecimiento inexplicable…
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Frecuentemente se recurre al pasado para explicar el presente. Durante 10 años trabajé en una clínica que atendía a personas enfermas de alcoholismo. La mayoría de las entrevistas iniciales que teníamos con ellos incluían como elemento causal la descripción de su pasado siempre desafortunado. La causa de su enfermedad era su pasado y la solución la intoxicación del alcohol.
Esta práctica de las personas alcohólicas no es exclusiva de ellos. Es una práctica muy común que en muchos casos “explica” las deficiencias personales en el estudio, en el trabajo y en la vida política. Es muy convincente porque no hay historia personal, social o nacional sin trágicos errores del pasado.
Sin embargo, el pasado es un camino inmutable. No es sujeto de cambio, a no ser que se descubra una visión parcial, selectiva que no es verdadero y que no fue un fracaso total porque también incluyó eventos y personas que aportaron experiencias y políticas positivas.
El “enriquecimiento inexplicable” es una falacia que se contradice en sus términos. Todo enriquecimiento tiene una explicación en el pasado histórico de la persona enriquecida. Nadie se enriquece súbitamente. Este es un tema para un cuento como el de la Cenicienta o el anhelo nacional que mantiene a la Lotería Nacional. La riqueza presente es explicable y justificable en un pasado de trabajo constante, de esfuerzo evolutivo y de una sana ambición de logros.
El “enriquecimiento inexplicable” es una herramienta de análisis financiero muy útil en el barrio, en las empresas y en la Secretaría de Hacienda para justificar y denunciar un enriquecimiento deslumbrante mediante actividades ilícitas e injustas. Todo “enriquecimiento inexplicable” tiene “cola que le pisen”. Como los casos que se están denunciando de Carlos Romero Deschamps y una larga lista de “enriquecidos” que han sido publicados por los medios desde hace décadas a lo largo del País. A la mayoría de ellos no les han “pisado la cola”, muchos ni siquiera han perdido su buena-mala fama (depende de quién los juzgue: “poderoso caballero es don dinero”) y ni siquiera han sido calificados como “peces gordos”.
Todo este pasado de “enriquecimiento inexplicable”, que es sinónimo de corrupción, forma parte de nuestro pasado histórico, político y económico. Lo “inexplicable”, oficial y jurídico, se ha convertido en un silencio conformista y en una máscara protectora, un amparo contra las autoridades o las venganzas silenciosas. Este silencio colectivo es un síntoma muy claro no de un ambiente democrático, sino de un temor crónico y cultural.
El fenómeno social de Romero Deschamps no pudo existir sin una red de apoyo y complicidad que se fue tejiendo sólidamente en su largo pasado y que en el presente sigue intocable. No sólo los trabajadores de Pemex, los ejecutivos que formaron su corte y se beneficiaron de manera muy explicable, sino los políticos que se sirvieron de su liderazgo para también “cortar una flor de su jardín”, forman parte esa red que deterioró severamente a la empresa nacional más poderosa y más nutritiva del erario público. ¿Por qué todos ellos no renuncian? ¿Por qué no son denunciados como Lozoya y Medina Mora?
Si se sigue engatusando a la ciudadanía con la enumeración de lo que parecía “inexplicable”, seguirá el País girando alrededor de un pasado histórico corrupto y a la vez heroico, cultivando una actitud estéril de revisar el pasado.
Nuestro presente exige una modificación. Nuestro presente con sus realidades y proyectos, con sus riquezas verdaderas y humanas, con sus recursos naturales, académicos, espirituales, con toda su cultura que le ha dado ser e identidad. Seguir la crónica y la narración del pasado significa dar vueltas en el modelo del alcohólico que mira para atrás solamente para justificar su intoxicación. Si seguimos girando alrededor de nuestros problemas, no podremos desintoxicarnos y seguiremos atrapados en la misma red “inexplicable”. Nuestro presente es lo único que tenemos como tabla de soluciones, como el único camino para las innovaciones que requerimos. Nuestro presente es lo que explica nuestra razón de existir en este planeta.