Maestra inolvidable
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Atravesó la puerta del salón en el que recuerdo fue un día fresco de invierno. Su cálida sonrisa y su amable presencia encantaron al grupo, en el cual nos encontrábamos, en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. De eso, hace 30 años.
Hoy, la doctora Zoyla Hernández Blanco concluye su periodo profesional en esta hoy facultad. Hace unos días, ella imprimió su huella digital en el aparato electrónico que marcó su entrada a la FCC por última vez.
Hay personas que para siempre quedan en la memoria del corazón. Que con una palabra, un gesto, una afectuosa mirada o su mano sobre nuestro hombro determinan quedarse en nuestras almas.
Acuden los recuerdos de su pasión por mostrar lo que había aprendido en interesante estancia en Israel. La materia era Sociología y luego de haber cruzado un semestre con la también inolvidable maestra Aidé Abril, sería la profesora Zoyla quien concluiría el curso.
Muchas cosas compartimos con la maestra Zoyla. Muchas que fueron, desde una recordable fiesta de bienvenida en aquel año de 1986, organizada por nuestra sexta generación, y luego, la feliz asistencia a su boda, en una tarde donde la lluvia torrencial no impidió que sus alumnos asistiéramos, pues de verdad nos sentíamos parte de su dicha. Compartíamos, así, alegres emociones y sentimientos que ella era capaz de ofrecernos en el aula.
Fue en el salón de clase donde nació nuestra amistad, nuestro reconocimiento y admiración. En equipos, nos organizó para acudir a colonias de la periferia o comunidades rurales donde se observaran necesidades por atender.
El equipo de esta escribidora vivió grandes aventuras en los traslados a San Juan de la Vaquería y disfrutó de la hospitalidad de sus habitantes. En cada casa, había comida para brindar a las estudiantes, principalmente arroz, frijoles, tortillas y café.
Luego de estudiar el problema que enfrentaran los habitantes de los lugares visitados habríamos de establecer propuestas de solución. Fue quien animó a cada grupo a adentrarse en una problemática social que la mayoría de los alumnos desconocía. Gracias a ella, al final del ejercicio, el grupo armó un rompecabezas de la situación que se vivía en zonas deprimidas de la ciudad, e hizo tomáramos conciencia social de nuestro entorno, contagiándonos el entusiasmo para pensar que podríamos hacer algo para transformarlo.
Quien esto escribe tiene la fortuna de dar clase ahora en esos mismos espacios de la hoy facultad. Algo más por agradecerle, cuando fue ella quien un día me ofreció una materia de periodismo en calidad de titular.
Como maestra y directora, su trabajo con los estudiantes siempre fue en pro de continuar en la misma dinámica de establecer la conciencia social a la que me refiero líneas arriba y de descubrir, de mirar con interés, su entorno.
Con treinta años de trabajo continuo, comprometido, alegre, entusiasta, ahora nuestra querida maestra Zoyla Hernández cumple un ciclo. Un ciclo bien vivido, con muchos retos, afectos entrañables y enriquecedoras experiencias.
Deja un modelo en todos quienes la queremos y admiramos por su profesionalismo, por su don de gentes y su calidez humana. Los caminos que ahora le esperan representan igualmente un reto que ella sabrá andar como lo ha hecho hasta ahora.
A nuestra querida maestra Zoyla le deseamos muchos éxitos y le hacemos patente nuestro profundo agradecimiento por su entrega y su trabajo permanente en la formación integral, humanista, de comunicadores.
Papa Francisco
Sus palabras “La paz nace de la ternura; nace de la comprensión; nace o se hace del diálogo”, representan un espléndido marco de apertura en México, un país en el que, como ocurre alrededor de todo el mundo, las muy diferentes formas de afrontar la religión divide a hombres y naciones.
Su mensaje llega, entonces, como un viento fresco y necesario.