Mirador 02/06/17
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¿Recuerdas, Terry, amado perro mío, la primera noche de tempestad que pasaste en la casa del Potrero?
Eras todavía un cachorrillo y te asustaste con el fragor del trueno y la luz espectral de los relámpagos. Yo te tomé en los brazos y te acaricié para tranquilizarte. A pesar de que la tempestad seguía, fragorosa, y de que los tambores de la lluvia redoblaban con fuerza en el tejado, tú te dormiste con el tranquilo sueño de la paz.
Alguna vez, mi Terry, me llegará también a mí la tempestad. Pero sé que habrá alguien que me tomará en los brazos en la misma amorosa forma en que te tomé en los míos. Entonces me tranquilizaré, como te tranquilizaste tú, y dormiré igualmente el tranquilo sueño de la paz.
Espérame, Terry, perro amigo.
Dormiremos juntos.
¡Hasta mañana!...