Mirador 08/04/19
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Hay razones carentes de toda razón.
En mi ciudad se cuenta la historia de un sujeto que experimentó severos síntomas de estrés. Preocupado, temió caer en una depresión severa, por lo cual tramitó una cita en el Seguro.
El médico que lo atendió le hizo un completo examen, lo interrogó exhaustivamente y luego le indicó:
-Usted no tiene nada, amigo. Me ha dicho, sin embargo, que desde hace varios meses no ha ejercitado la función sexual. Pienso que de ahí deriva su estrés, su continuo estado de tensión. Un maestro mío decia: “Semen retentum venenum est”. Vaya usted a alguna casa de asignación y tenga trato de carnalidad con una mujer. Eso le quitará toda ansiedad, todo desasosiego.
El individuo cumplió la prescripción. Fue a uno de esos establecimientos y yogó con una de las señoras que ahí prestaban sus servicios. Acabado el trance el tipo se vistió y se dispuso sin más a retirarse. Le preguntó la musa de la noche:
-¿Y mi dinero?
-¡Ah no! –protestó el otro-. ¡Esto me lo recetó el Seguro!
Como se ve, la sinrazón tiene razones que la razón no conoce.
¡Hasta mañana!...