Mirador 13/05/19
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No soy machista.
¡Dios me libre!
Tanto admiro a las mujeres, las tengo en tan elevada estima que no podría hacerles el agravio de ser lo que algunos llaman “un macho mexicano”.
Sin embargo a más de las flagrantes injusticias que las mujeres sufren no dejo de advertir tampoco algunas muestras menos notables de discriminación que hacen víctima a la mujer por causa de su sexo, cuando precisamente por esa causa deberían tener un trato justo.
Voy a poner aquí un ejemplo de esa velada hostilidad contra el sexo femenino.
El diccionario de la Academia define la palabra “barragana”, y dice: “Concubina”.
Define la palabra “barragán” y pone: “Esforzado, valiente”.
Las feministas radicales podrían indignarse -tal es su profesión- ante esa sutil seña de discriminación por género. No deberían hacerlo. Sin ser machista digo que también nosotros los varones sufrimos a veces trato injusto. Si una mujer recibe regalos de un hombre casado es su amiguita. Si un hombre recibe regalos de una mujer casada es un gigoló. Y eso dicho del modo menos feo.
¡Hasta mañana!...