Voz española siempre invitada
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“México, creo en ti, porque escribes tu nombre con la equis, que algo tiene de cruz y de calvario...”.
–Ricardo López Méndez (El Vate)
Primero fue el asombro y admiración: hombres con vestiduras brillantes y rayos que mataban; ciudades fantásticas construidas sobre el agua como las narradas por Marco Polo; luego vino la lucha, la conquista y finalmente el sincretismo étnico, cultural, religioso y hasta gastronómico que avasalló por trescientos años la vida novohispana. Más tarde, debates políticos del México independiente, el porfiriato y la revolución; se llamaba a España la “Madre Patria” y había contacto tranquilo y respetuoso.
En las décadas de los años 30 y 40, obligados por la Guerra Civil, llegó a México la voz española en intelectos diversos y todos muy valiosos que araron todo el país con su vasta sapiencia y entrega; Lázaro Cárdenas los apoyó ampliamente, ellos respondieron con innovaciones académicas, aportaciones culturales y positiva generación de pensamiento social.
La Laguna escuchó esa voz magisterial de parte de insignes profesores como Antonio Vigatá Simó quien, con otros extraordinarios maestros como él, Antonio Antolín, Ricardo Pons y José Sampietro fundaron el Colegio Cervantes de Torreón, una institución educativa que por décadas ha formado ciudadanos con alto nivel académico y profesionales excepcionales. Otros fueron los profesores Pablo Farrús y Mario Aleixandre que crearon el Colegio Hispano Mexicano también de excelente calidad escolar (ya desaparecido). Destacan además los docentes hispanos Cecilio Palomares, Francisco Jaques, Rodolfo Reyes y mi admirado amigo, el intelectual Fernando Zulueta, catedrático universitario quien fue diputado en las cortes en España, así como Jaime Simó, destacado alcalde de Reus, Cataluña y columnista periodístico bajo el seudónimo de Marco Aurelio.
Así mismo nuestra región recibió al filólogo Juan Adarraga, al poeta Pedro Garfias, a médicos como el doctor Mediavilla y Eusebio Herradón; agricultores y ganaderos como Apolo Llorens, Fulgencio Gómez y Antonio Suller y músicos como Alejandro Vilalta.
Destaca también la voz de gigantes como Luis Buñuel (cineasta); Luis Recasens Siches (jurista); León Felipe (poeta); (lástima que el “talle de Federico García Lorca se quebró como caña de maíz” al ser asesinado por la guardia civil falangista cuando ya se aprestaba a hospedarse en nuestra patria); Adolfo Sánchez Vázquez y José Gaos (filósofos); e importantes intelectuales que fundaron “La Casa de España”, convertida más tarde en el Colegio de México; el CIDE, piedra angular del Fondo de Cultura Económica y otras editoriales que enriquecieron la cultura. Aún seguimos escuchando la fabulosa voz pictórica de Remedios Varo.
Independientemente de la gran aportación educativa, artística, lo más preciado de estos valiosos intelectuales “transterrados” como ellos mismos solían llamarse, fue que nunca buscaron imponer a los mexicanos su pensamiento o ideología, fueron formidablemente respetuosos de las ideas políticas y socioeconómicas que estaban vigentes en ese México postrevolucionario, esa nación que empezaba a emerger en un mundo metido en la segunda guerra mundial y ellos contribuyeron a su crecimiento sin ofenderlo con la imposición de su doctrina; valor que se agradece.
En estos días aciagos de la política nacional, si los mexicanos tenemos algo que agradecerle al fascismo franquista no solamente es la entrega de tan valiosas mentes que llegaron aquí huyendo de esa desdichada plaga, sino que ahora nos revela que se han sumado a la plataforma misógina, homofóbica, racista, xenofóbica y aporofóbica del partido ultraderechista español Vox, varios miembros de aquel instituto político que nació en la pureza doctrinal como el lirio, ese que, a diferencia del ave de Díaz Mirón, no solamente no pudo cruzar el pantano sin manchar su plumaje, sino que se precipitó a él y ahí se pudrió confundiéndose en su pestilente lodazal. Así, más desesperado por el poder que espantado por el fantasma, un sector de él, intentando salvar su estirpe política, se arrancó el burka de honestidad que fingía llevar. Gracias porque podemos gritarles como al rey aquel: “están desnudos”.
Con la llegada de este “cártel” político, pronto veremos manifestaciones de supremacistas neonazis marchando por nuestras calles; agrediendo a quienes que no sean arios puros e infinidad de esvástica grafiteadas en muros. Existe en los miembros de ese partido mexicano que acogió tan fatal doctrina, marcado fariseísmo y carencia de rectitud ideológica; su orador principal en la ceremonia de firma de acuerdos culmina su palique parafraseando la consigna de Franco “Por la Gracia de Dios”. Quienes que no firmaron, son declarados: “izquierdistas infiltrados que no representan a sus bases” (sic).
No es pecado ni tampoco está prohibido ser fascista; cada persona decide su ideario; lo que no es válido es la doble moral: no pueden ser católicos y nazis, estos están en contra de todo lo espiritual; tampoco fascistas y demócratas; recordemos la frase de Mussolini: “Solamente un país inferior, ordinario e insignificante puede ser democrático; un país fuerte y heroico tiende a la aristocracia”.