La tribu de Latin Roots celebra su tercer aniversario haciendo comunidad
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La academia de percusiones latinas dirigida por la maestra Griselda Mendoza, cumple tres años este viernes trece, con un grupo de alumnos sólido y un par de festivales en puerta
Contra viento y pandemia la tribu de Latin Roots sigue unida. La academia de percusiones latinas que abrió sus puertas en mayo del 2019 celebra este viernes 13 tres años de existencia, en los que ha fomentado no solo el gusto por el cajón, sino también un modelo de aprendizaje horizontal y humano.
“Ha sido una evolución muy sorprendente porque como no había un precedente de otra academia de percusión latina, yo no sabía como a dónde iba a llegar. Mi proyecto inicialmente era para niñas, niños, y adolescentes y después quise abrir el horario para adultos y resulta que empezaron a llegar muchos”, comentó Griselda Mendoza, intérprete, maestra y fundadora de la academia, en entrevista con VANGUARDIA.
“Me ha sorprendido mucho que adultos de todas la edades y profesiones se han sumado y ha sido una evolución que no me esperaba. Ha sido inesperado y gratificante. Me da gusto que a través de la música más personas se estén sumando y me comentan que tienen beneficios a nivel personal y emocional y por eso que seguimos aquí”, agregó.
El proyecto, recuerda, inició pensado para niños, y su pedagogía está basada en ellos, pero con la llegada de alumnos adultos decidió no hacer ningún cambio a esta metodología. Se encontró entonces con que entre ellos se creó una comunidad especial, donde el aprendizaje es vertical y entre todos se apoyan sin importar si un menor le enseña a alguien mayor. La experiencia y los conocimientos se comparten.
“Cuando yo llegué, prácticamente sin conocer las percusiones, iba con la inquietud de, sobre todo por mi edad, de ver cómo evolucionaba, cuánto podía lograr. Para mí fue sumamente importante encontrarme con que además de aprender un instrumento que me gusta para mí es una forma de desfogar el estrés de mi trabajo, y por otro la me permite cargarme de energía por lo que transmiten mis compañeros. Es una terapia que incluso me hace falta como parte de mi día a día”, comentó sobre su experiencia como alumno Jesús García, de 58 años.
Por su parte, Mariana Rangel, de 26 años, comentó que también se sentía insegura sobre si sería capaz de dominar el instrumento, algo que también comparte Tania Domínguez, de 46 años, pero al final pudieron conectar con el grupo, y gracias a la paciencia de Mendoza, comenzaron a sentirse cómodas con el cajón.
“Soy de los más nuevos de la academia, tengo unos tres meses, pero en este poquito en el que he estado, lo más importante que he encontrado es cómo me he estado integrando con los demás compañeros, cómo la misma tribu te empieza a arropar y te ayuda a que alcances objetivos. De repente hay una niña de 13 años que me está enseñando a lograr un ritmo y después llega una señora de 50 a ayudarme con otro ritmo, me ayudan entre todos y me he sentido muy arropado”, añadió Héctor Mendoza, de 31 años.
“Además de ser docente, el que sea intérprete del instrumento y que forme parte de algunas agrupaciones, me alimenta y lo que voy aprendiendo lo comparto con ellos. El año pasado, por ejemplo, participaron en su primer festival de flamenco. Son otros compases, otra cultura, otra música, otro tipo de energía escénica. Hicimos una colaboración con la academia Soto Flamenco. Para muchos de ellos fue su primer festival musical, porque ni siquiera en la primaria se atrevían a cantar en coro con sus compañeros y ahora, aunque ya son adultos es su primer festival como instrumentistas”, concluyó Mendoza.
Ahora, se preparan para tocar nuevamente para bailaoras en la segunda edición del festival de flamenco TI CO CO TI, así como otro encuentro donde interpretarán ritmos africanos.