Aumentar defensas
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ENTRAR Y SALIR
¡Quédate! Es el imperativo actual de la especialidad científica.
Y resuena en todo el mundo. Ves fotos de París, de Moscú, de Madrid, de Roma y de todos los continentes. De África ya. Y todos se están quedando. Claro, no para suprimir la ola “infectuosa” sino sólo para mitigarla. Es como cuando llegan los huracanes. El imperativo es ¡vete! Y todos desalojan. No evitan ni detienen la amenaza, pero sí logran mitigar el desastre.
Entrar y salir resultan verbos salvadores. Quien se queda, evita el riesgo de contagio en tiempo de pandemia, y el que se va, ya no corre el riesgo de quedar aplastado en su casa en tiempo de huracanes. Claro. Se sigue saliendo para lo indispensable. Con el cubrealientos (que no excluye la nariz) no para protegerse sino para proteger de sus salpicaduras a quienes lleguen a estar cerca de su hablar, gritar, estornudar o toser. Porque puede haber infección sin síntomas y se puede estar portando el virus sin saberlo.
El verbo entrar tiene también una conjugación peculiar. Mucha gente entra en sí misma. Se aparta de los estímulos exteriores y observa sus pensamientos y sus actitudes, sus hábitos y sus intenciones. Toma el resguardo hogareño como una oportunidad de atender lo que ha descuidado. No pocos ya van logrando humanizarse y cristianizarse por mejor psicología y mejorada espiritualidad.
CAUTIVERIO LIBERADOR
Así le sugería a un amigo escritor el título para la novela que está escribiendo en la coyuntura de la cuarentena. A Mandela le sucedió en su largo encarcelamiento. Salió del cautiverio más libre que nunca. Sabía que si no lograba segar los barrotes del odio discriminador durante su encarcelamiento, estaría cautivó toda su vida.
Se hablaba en la red de la molestia y hasta la indignación de muchos por los desperdicios. Por el despilfarro de los recursos en todo el mundo. Incluidos los alimentos no aprovechados. Y el cautiverio liberador del confinamiento solidario puede vivirse como un recurso despilfarrado. Como lapso para pasatiempos y para entretenimientos, para perezas y ociosidad vacía y hasta para recrudecimiento de conflictos y desavenencias. Distancia no sana en una proximidad de choque en lugar de reconciliación.
ARTE, GIMNASIA Y LETRAS
Este tripié de belleza, energía e ilustración ha llenado de frutos el ramaje de estas semanas de alargado apartamiento. Dibujos, pinturas, canciones, manualidades y otras producciones artísticas le han dado elegancia a los horarios. Y los estiramientos y los esfuerzos gimnásticos han acumulado energía corporal. Algunos tecleadores ya llevan adelantado un buen poemario de clausura inspirada y los narradores se han dado vuelo para elaborar historias parecidas al diario de Ana Frank.
INMUNODEFICIENCIA SOCIAL
En tiempos de tempestad quedan al descubierto las desigualdades. El resultado de buscar sólo crecimiento sin distribución. De crecer con un organismo social que se llena de tumores acaparadores, en lugar de desarrollarse orgánicamente. La mayoría tiene bajas defensas y cualquier crisis quita seguridades, equilibrios y estabilidades. Estallan las actitudes violentas cuando no se da a cada quien lo que le corresponde. Se hacen indispensables las compensaciones de emergencia.
Esa virulencia del sida social se capta como pandemia nacional. El acceso a los bienes básicos de alimento, vestido, techo, educación, trabajo y salud queda bloqueado para muchos. Se buscan caminos de mitigación y muchos creen que se gana Zamora en una hora. Olvidan que las formas se deforman cuando se transforman y que no crece la planta jalándole las hojas. Se critican incomodidades cuando la construcción está apenas en obra negra. Se quiere cosecha en etapa de regadío y ataque a plagas. No se pasa de la protesta a la propuesta.
Las defensas del cuerpo han de estar altas y poderosas en tiempo de pandemia. Y en tiempo de transformaciones, sólo la solidaridad fraterna refuerza las insuficiencias mayoritarias del sida social, fruto de corrupciones e injusticias. La meta es que nadie quede excluido de lo que reclama su dignidad humana desde su concepción hasta su último aliento...