El 2 de ayer y de hoy
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Han transcurrido 51 años desde entonces. El 2 de Octubre regresa cada año con toda precisión. Han pasado ya dos generaciones que fueron espectadores, participantes o víctimas de ese episodio. Fuimos testigos de esa época que tuvo su momento trágico en Tlatelolco. El cual fue interpretado de manera indiferente o casual, o como una simple noticia televisiva diluida en las noticias de la temperatura, o con asombro y resonancia internacional, como un tremendo relámpago inesperado en medio de una tempestad.
Raymundo Riva Palacio en su columna de este jueves (VANGUARDIA, 03 de octubre) hace un excelente análisis con datos de hoy –obscuros y desconocidos antes en la tempestad de los sesenta–. Busca la respuesta a la pregunta “1968: ¿crimen de Estado?” y describe la pugna interna del sistema político tan rígido y férreo durante el sexenio, pero tan frágil en un final de lealtades y traiciones por el poder presidencial. Una pugna de fuego cruzado que encontró en medio de ellos una manifestación de inocentes ciudadanos que fueron asesinados.
Hoy podemos invertir la cuestión y preguntarnos: “2019: ¿estado del crimen?”. ¿Se ha disminuido o se ha multiplicado? Las pugnas internas del poder por el poder ¿son igualmente obscuras, subterráneas, preñadas de traiciones o de lealtades cívicas o cínicas?
La ideología era de derecha radical, inmisericorde, mitificada institucionalmente, ritualmente nacionalista y fiel creyente en una libertad de vasallaje a la cultura que dictaba el sistema político-social. Hoy la ideología prevalente es de izquierda mesiánica, mitificada por una institucionalidad relativizada, con pretensiones de nacionalismo social y fiel creyente de la libertad individual ante la cual se deben de subordinar las instituciones democráticas, la cultura, las costumbres y las creencias.
Esta polaridad artificial y extrema de antes y hoy, de derecha e izquierda es tan abstracta e ideológica que no se puede comprobar ni siquiera estadísticamente. Es una suma de abstracciones, interpretaciones de datos seleccionados por las convicciones de cada quien.
El año de 1968 estuvo precedido por una década de concientización en una erupción lenta al principio y vertiginosa en octubre. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la conciencia no evoluciona mediante saltos inesperados. La conciencia de la propia libertad y responsabilidad de una sociedad es más lenta, requiere décadas para evolucionar.
Hoy la conciencia del valor de la tecnología, de la ecología, de la autonomía personal y de la responsabilidad es mayor en nuestra sociedad. La mítica ingenuidad política, ciega creyente de los dogmas y recetas republicanas para construir la democracia que está obsoleta. Cualquiera que haya llegado al uso de razón ya no percibe la democracia, aunque la quieran demostrar con el número de votos.
El estado del crimen, de la corrupción, de la economía en descenso, de la familia en proceso de diversificación y desintegración no son síntomas de que estamos peor que en el 68, sino de que en esa época estaba dormida nuestra conciencia personal y social, nuestra responsabilidad y compromiso se reducían a la obediencia. Hoy estamos en medio de un proceso evolutivo social que sigue haciendo erupción y cambio como en el 68.
Posiblemente en el 68 hubo un crimen de estado enmascarado. Pero fue también un detonante que despertó de la inconciencia y que aún hoy sigue despertando la conciencia de la juventud.