Elecciones en tiempos de coronavirus. ¿Pospondrá Coahuila su cita con las urnas?
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La posibilidad no se discute abiertamente en Coahuila, pero es real: la jornada electoral del próximo 7 de junio enfrenta la posibilidad de ser pospuesta, debido a la imposibilidad material de desahogar etapas clave del proceso, como las campañas que arrancarían, en teoría, cuando estemos en el peor momento de la crisis sanitaria
La pandemia de COVID-19 sigue avanzando en el mundo -y en México está cobrando cada día más velocidad- lo cual obliga a repensar todas las actividades “normales”. Y eso incluye las elecciones.
Coahuila tiene una cita con las urnas el próximo 7 de junio, es decir, dentro de 70 días. La cuenta regresiva colocada por el Instituto Electoral de Coahuila en la portada de su página web sigue avanzando y descontando los segundos, los minutos, las horas. Pero nadie puede garantizar en este momento el cumplimiento de esa cita.
La clase política local, sin embargo -particularmente el partido gobernante-, prefiere no hablar mucho del asunto. Solamente algunas fuerzas de oposición -PAN, UDC, PT- han puesto el tema sobre la mesa y fijado de forma explícita su posición: la elección debe aplazarse.
¿Cuál es la razón para no discutir abiertamente tal posibilidad? La fundamental, desde mi punto de vista, es la particularidad esencial de este proceso: se trata de una elección en la cual triunfa -en cualquier circunstancia- quien tiene capacidad de movilizar a su clientela el día de la jornada.
Me explico: la convocatoria a votar es sólo para renovar el Congreso del Estado, una elección a la cual los ciudadanos -con razón o sin ella- no le ven atractivo alguno y por eso acuden en escasa cantidad a emitir su voto. Difícil esperar siquiera una participación del 50 por ciento de los electores.
Y si la pandemia del coronavirus alcanzará su punto más alto entre abril y mayo, lo cual obligará a paralizar casi del todo las actividades ordinarias -ya en este momento muy afectadas-, resultará prácticamente imposible realizar las campañas cuyo período va del 25 de abril al 3 de junio, de acuerdo con nuestro calendario electoral.
Desde el jueves pasado estamos en el impasse denominado “intercampañas”, es decir, el período entre las campañas internas de los partidos -de las cuales usted no escuchó noticia alguna porque simplemente no existieron- y el arranque del proselitismo abierto rumbo a la jornada electoral.
Alguien podrá decir: “pues a lo mejor para el 25 de abril ya pasamos lo más difícil y las campañas, aunque no a todo vapor, pues sí podrían realizarse”. Y a lo mejor tendría razón, pues en este momento nadie puede establecer con certeza el momento en el cual se agudizará la crisis sanitaria.
Sin embargo, si analizamos el comportamiento de la pandemia en los países donde ya hizo crisis, resulta muy lógico pensar en el 25 de abril como una fecha en la cual vamos a estar en México -incluido Coahuila, desde luego- en el punto más álgido de la contingencia. Y eso, en el mejor de los casos.
El Consejo General del Instituto Nacional Electoral dio ayer un paso relevante en torno al tema: lo discutió abiertamente. No tomó ninguna decisión, ni anunció fecha alguna para hacerlo, pero quienes lo integran fueron muy claros: lo están evaluando seriamente.
Adicionalmente, el consejero Presidente, Lorenzo Córdova, y el secretario Ejecutivo, Edmundo Jacobo Molina, se reunieron ayer mismo con el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, para obtener una primera opinión sobre la posibilidad de llevar a cabo las etapas siguientes en los procesos electorales, particularmente las campañas.
De acuerdo con el comunicado emitido por el INE, el titular de la SSA “reconoció que difícilmente podrían llevarse a cabo adecuadamente esas etapas… pues es cuando las autoridades de salud están contemplando que ocurra el periodo en el que el principal objetivo será el aplanamiento de la curva de crecimiento de contagios de la epidemia de Covid-19”.
Por otra parte, el secretario Alcocer se comprometió a llevar el asunto a la mesa del Consejo de Salubridad General, para eventualmente “emitir alguna recomendación al INE” sobre la viabilidad del proceso.
Mi pronóstico personal: los acontecimientos de los próximos días -muy probablemente los de las siguientes dos semanas- obligarán a tomar la histórica decisión de posponer el proceso electoral en Coahuila e Hidalgo.
No será una decisión fácil porque las fuerzas políticas locales -particularmente las gobernantes- no piensan en esta posibilidad a partir de la salud de la población, sino en términos de pérdidas y ganancias electorales.
En Coahuila, en particular, el PRI debe estar deshojando la margarita con la imaginación secuestrada por una sola idea: con los electores ahuyentados de las urnas, ante el temor de contraer una enfermedad potencialmente mortal, está ante una oportunidad inmejorable de recuperar el control del Poder Legislativo, hoy en manos de la oposición.
Por ello, me parece, en los próximos días veremos un intenso estira y afloja caracterizado por dos discursos contrapuestos: de un lado, la oposición empujará cada vez más fuerte en el sentido de posponer la elección; del otro, el PRI y sus aliados intentarán postergar la decisión a partir del “escaso número de casos confirmados” en el territorio estatal.
No habrá, al final, mucho para dónde hacerse. La elección de la próxima Legislatura estatal deberá esperar.
¡Feliz (aunque encerrado) fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx