Ellas, aquí de nuevo
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La Onceava Caravana de Madres Centroamericanas arribó a México esta semana y con ellas traen su enorme esperanza. Ellas vienen de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua buscando a sus hijos o familiares desaparecidos que salieron huyendo de la violencia en los países centroamericanos, una violencia de tal magnitud que obliga a la gente a abandonar sus lugares de origen de manera forzada.
En su recorrido realizarán plantones y exposiciones en las plazas públicas, visitas a los albergues de migrantes y convivios e intercambio de información con los migrantes que se encuentran en ruta, pesquisas y seguimiento de pistas de migrantes desaparecidos.
Igualmente están visitando hospitales, prostíbulos, reclusorios, albergues de indigentes y personas con discapacidad, y a cualquier lugar público en donde se pudiera esperar encontrar a algún migrante.
Además, realizarán ceremonias en las vías del tren, en las tumbas sin nombre de los cementerios, caminatas por los pueblos para solicitar la solidaridad de las comunidades de la Ruta Migrante, conferencias de prensa y entrevistas con los reporteros que cubren la caravana.
La Onceava Caravana de Madres Centroamericanas exige a las autoridades mexicanas que implementen mecanismos nacionales y de coordinación internacional para la búsqueda de más de 70 mil personas migrantes no localizadas. Las cifras son escalofriantes, más no para las autoridades mexicanas y centroamericanas, las que durante 11 años de estas travesías han dado la espalda al reclamo de las madres que buscan a sus hijos y familiares.
Las 40 madres también reclaman que se procure el regreso íntegro de los cuerpos de las personas asesinadas y permitan el acceso de las familias a las cárceles y a los centros de detención.
Por cierto, ayer se conmemoró el Día de los Derechos Humanos y para las mujeres centroamericanas ese día es una fecha más, porque sus derechos son ignorados, cubiertos por el manto de la impunidad que reina en México y en las naciones centroamericanas de donde proceden. Ellas lo dicen: “Los migrantes en México no existieron vivos, no existen muertos y finalmente no existen como desaparecidos”.
A pesar de que el Estado Mexicano firmó el Tratado Internacional de los Derechos Humanos y, por tanto, tiene la obligación de protegerlos e impedir los abusos contra individuos y grupos, despreocupadamente ignora su responsabilidad en ello. Una prueba es que resulta ser el País con más alto número de denuncias en violaciones a los derechos humanos.
En esta travesía, las Madres por primera vez centran sus esfuerzos en la presentación de denuncias ante la Procuraduría General de la República (PGR). El Ministerio Público levantó 12 denuncias por desaparición forzada contra el Estado mexicano en la sede de la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGR, a fin de que el Gobierno realice las búsquedas.
La Caravana de Madres Centroamericanas visitó Saltillo en 2012 y fue recibida con una fiesta en la Posada del Migrante, fraternalmente fueron acompañadas por las organizaciones Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, el Centro de Defensa de los Derechos Humanos “Fray Juan de Larios”, y todo el equipo de colaboradores de la Posada.
Hasta ahora, en materia migratoria las políticas de Estado del Gobierno Federal mexicano han resultado excluyentes e inhumanas. El Plan Frontera Sur, que ha derivado en una cacería humana que induce a los migrantes a buscar rutas más peligrosas, es un buen ejemplo, por ello la Onceava Caravana de Madres Centroamericanas, ante la ineficacia institucional, exigen al Estado respuestas legales prontas y efectivas.
