Los tamales de doña Lidia, una tradición de Saltillo
Desde niña se enseñó a preparar la masa, a embarrar, a preparar los guisos, pero no fue hasta que su esposo sufrió un accidente y quedó incapacitado por un golpe en la cintura, que empezó a hacer para vender a menor escala
Doña Lidia Beltrán hizo 2 mil tamales para este Día de la Candelaria. Con 30 años de experiencia, la gente dice que son los más ricos de Saltillo y su sazón es el preferido por maestros, políticos y hasta por el Obispo de la Diócesis.
Desde niña se enseñó a preparar la masa, a embarrar, a preparar los guisos, pero no fue hasta que su esposo sufrió un accidente y quedó incapacitado por un golpe en la cintura, que empezó a hacer para vender a menor escala. En aquel entonces solamente preparaba dos kilos que le permitían vender afuera de la Catedral de Saltillo.
“Será el sazón, que le pongo buena carne, buena manteca y escojo bien las hojas, pero gracias a que me dieron chance de ir a vender mis tamales ahí afuera de la iglesia la gente comenzó a reconocer mi tamal y empecé a juntar mi clientela”, cuenta doña Lidia, en el lugar donde cocina, en su casa, en un callejón cerca del cruce de la calle Urdiñola y el bulevar Francisco Coss.
Pronto los dos kilos fueron pocos y a la fecha no hace menos de 30 los días miércoles, jueves, viernes y sábado. Tan solo para este Día de la Candelaria, doña Lidia hizo unos 2 mil tamales que vendió mediante pedidos principalmente. Tiene de puerco, de pollo, de queso, de frijoles y de azúcar, estos últimos los que se pelea la gente.
“Vendo según los pedidos, pero ahorita es tiempo alto junto con Navidad, ahorita para el 2 de febrero hice como 2 mil tamales, pero después ya baja mucho la producción, yo creo que la gente queda muy entamalada desde diciembre y nosotros descansamos un poquito”, cuenta con un característico sentido del humor doña Lidia.
Su comedor es una mesa alargada en la que se embarran las hojas y a un lado, se cosen los tamales. Le ayudan sus hijos, sus nueras y hasta sus nietos, pues asegura que una vez que ella se vaya, le pasará la receta a su familia y si quieren poner un local, son libres de hacerlo.
Sus tamales han ido a dar hasta Chicago, la gente dice que son los mejores de Saltillo, aunque ella dice que no, que hay otros que son también muy buenos. Maestros, personajes de la política y hasta el Obispo de Saltillo los han probado.
“Al Obispo de Saltillo le gustan los de pollo, pero también vienen doctores, maestros también vienen muchos, yo no pregunto pero también vienen muchos políticos, yo creo el Gobernador también los ha probado porque el otro día vino gente que trabaja con él. Yo a todos los trato por igual”, asegura.
La docena cuesta 60 pesos y el ciento sale en 500 pesos. Lo cierto es que ahí, casi en el cruce de Francisco Coss con Francisco Urdiñola, en el callejón Ortiz, uno siempre encuentra tamales y de los más ricos de Saltillo.