Madres lesbianas y su lucha por heredar su apellido
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Criseida Santos y Ana de Alejandro lucharon durante 6 años para que sus hijos Santiago y Diego llevaran los apellidos de ambas mujeres.
Hace 9 años, Criseida Santos y Ana de Alejandro decidieron convertirse en madres. Juntas apostaron a un tratamiento de reproducción asistida para gestar al mismo tiempo un óvulo de cada una en el cuerpo de Ana.
En octubre de 2006, nacieron Santiago y Diego. Aún no existía el matrimonio entre personas del mismo sexo, así que registraron a los niños solo con los apellidos de Ana, la madre gestante.
Lograr el reconocimiento de la maternidad de Criseida les llevó seis años, un trámite administrativo ante el Registro Civil que hasta ahora han llevado a cabo 35 familias lesbomaternales, en su mayoría procedentes del interior del país porque la Ciudad de México es el único lugar en el que puede realizarse el llamado "reconocimiento de maternidad".
En diciembre de 2009, el Distrito Federal aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, con las consecuencias y responsabilidades de las uniones heterosexuales.
Sin embargo, la ley no entra al detalle en materia del reconocimiento de los hijos, por lo que en la mayor parte de los casos está sujeto a la interpretación del oficial del Registro Civil.
"Hasta antes del 20 de agosto de 2013, que fue cuando logramos el registro de Santiago y Diego, los trámites no podían realizarse ante un juez civil por la vía de la adopción y no una corrección administrativa, lo que implica mayor tiempo y más gastos", explicó Alelhí Ordóñez, abogada de la Red de Madres Lesbianas de México.
Hasta ahora el único documento que menciona el derecho al reconocimiento de hijos de familias lesbomaternales es la cartilla de derechos humanos expedida por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).
La Red de Madres Lesbianas en México
En diciembre de 2012, Ana y Criseida fundaron la Red de Madres Lesbianas en México como un grupo de Facebook, para conectar a las madres lesbianas en todo el país. El grupo reúne a mil 679 miembros y acumula 297 mil 323 visitantes.
La Red de Madres Lesbianas brindó acompañamiento legal a las 35 familias que lograron registrar a sus hijos sin importar su estado civil ni el orden de los apellidos.
"La tradición les indicaba que, en ausencia de padre, la madre no gestante debía de tomar el rol paterno y por lo tanto su apellido debía ir en primer lugar y que la madre gestante debía poner su apellido en segundo lugar porque era la madre más madre. En nuestro caso, el orden habría sido Santos de Alejandro, pero no estuvimos de acuerdo porque ambas somos madres; ninguna juega un rol paterno. Nuestros hijos han crecido con una identidad tejida alrededor del apellido De Alejandro Santos y queríamos que así siguieran", dijo Ana de Alejandro.
En octubre de 2012, el entonces director general del Registro Civil, Hegel Cortés Miranda, encabezó el registro de Aimé, la primera mexicana con dos madres, luego que la Comisión Estatal de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) enviara una solicitud de colaboración para que la pequeña pudiera llevar los apellidos de las dos madres, porque los matrimonios entre personas del mismo sexo tienen los mismos derechos y consecuencias jurídicas que las uniones heterosexuales.
Ahí fue cuando la Red de Madres Lesbianas se volvió crucial, Criseida supo entonces que otras 30 familias atravesaban una situación similar.
Con la representación de la abogada Alehlí Ordóñez –quien llevó el caso de Axan, el niño de 4 años que será indemnizado por la escuela que le prohibió el ingreso por llevar cabello largo- lograron que el Registro Civil llevara a cabo los primeros reconocimientos de hijos de familias lesbomaternales que pudieron decidir el orden de los apellidos.
A los seis años, Santiago y Diego pudieron por fin llevar los apellidos de sus dos mamás: de Alejandro Santos.
Actualmente, el mayor reto para la familia conformada por Criseida y Ana está en lograr que las autoridades educativas entiendan que no son unas "mamitas especiales" sino una familia: "En una ocasión, una maestra se le ocurrió diseñar un examen bimestral en el que los niños debían señalar la imagen de una familia correcta. Las tres opciones eran: Mickey, Goofy y Donald; la segunda dos niños y un perro y la tercera, una mamá, un hijo y una hija.
Santiago eligió la opción uno y Diego la opción dos. Claro, los dos sacaron la pregunta mal y a la maestra le pareció una muestra de que nuestros hijos viven completamente fuera de la realidad. Nos dijo: Es que sus hijos no saben cómo es una familia de verdad. Pero no es verdad; nosotros somos una familia, una familia distinta, pero familia al fin y al cabo".