México: tercer país seguro
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Sin duda el tema de los últimos meses ha sido la migración que ha recibido México, proveniente en su mayoría de Centroamérica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, entre otros países.
Sin embargo, esta semana todos los titulares de los noticieros nacionales, así como las redes sociales, se inundaron de información sobre las reuniones que tuvo la delegación mexicana liderada por la Cancillería con representantes del gobierno estadounidense, a raíz del anunció (vía Twitter) de Donald Trump de subir los aranceles gradualmente del 5 al 25 por ciento, empezando el lunes pasado hasta octubre de este año.
Las primeras reacciones eran muy polarizadas, yo escuché y leí comentarios desde: “eso no le afecta a México” o “es el apocalipsis, México se caerá”. A tal grado que las principales calificadoras de México nos bajaron de notas.
Haciendo referencia al informe que Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, entregó al Senado de la República a razón de las reuniones sostenidas y negociaciones realizadas para detener la imposición de aranceles a cualquier producto mexicano que fuese exportado a Estados Unidos.
Es interesante que se menciona que el gobierno de Estados Unidos proponía en un principio la firma de un acuerdo de tercer país seguro.
¿Qué significa “tercer país seguro? El concepto surge a raíz de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados que se firmó en Ginebra, Suiza, en 1951; poco después de la Segunda Guerra Mundial, en donde el mundo en general y en especial Europa vivían tiempos de crisis social y económica como consecuencia de la guerra, y la migración era un fenómeno creciente. Las personas buscaban mejorar su calidad de vida y la de sus familias al moverse a países con mayores oportunidades de empleo y desarrollo; era tanto el movimiento que no podían darse abasto a las solicitudes (tal como ocurre ahora), entonces la idea era que cuando este país, al que solicitaban asilo, se negaba a recibirlos debía mandar a las personas a un tercer país seguro, el cual consideraba podría brindarles las mismas oportunidades.
En este contexto, Estados Unidos lo que proponía (mejor dicho, propone, puesto que en 45 días se revisará qué tal nos fue con lo que prometimos) es que México reciba a todos esos migrantes que no quiere o no puede atender. ¿De cuántos estamos hablando? Actualmente hay entre 8 y 10 mil personas esperando ese asilo en las ciudades fronterizas en México, con una tasa del 85 por ciento de rechazo.
El canciller dice que estamos listos para recibirlos. En lo personal, lo dudo. Según el Coneval (2017) en México viven 53.6 millones de personas en algún tipo de pobreza, es decir, el 46.3 por ciento de su población, aunado a que las ciudades fronterizas se caracterizan por tener problemas de inseguridad.
En resumen, las autoridades de México tienen 45 días para pensar cómo generar un equilibrio entre las demandas de Estados Unidos y las posibilidades reales qué tenemos cómo país. No es algo que se deba tomar a la ligera por Estados Unidos ni por México, nuestra relación va mucho más allá de la económica, compartimos lazos culturales y sociales, y hasta gastronómicos. Hoy en día no se podría entender la vida diaria en los estados fronterizos de ambos países: Texas, California, Tamaulipas, Coahuila, Baja California, por mencionar algunos estados. Compartimos historia y tradiciones.
Esta crisis no ha terminado, apenas comienza. Los flujos migratorios no van a disminuir, al contrario, a razón de lo que ocurre en Centro y Suramérica, solamente aumentarán.
@garciacecy_
ceci.garcia@dcamexico.org