Mirador 19/09/20
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La leyenda negra que el hombre blanco hizo de los pieles rojas dice que éstos arrancaban la cabellera de sus víctimas para lucirla como trofeo de batalla.
Lo que la historia escrita por los vencedores calla es que los aborígenes no tenían esa bárbara costumbre antes de la llegada de los europeos. La aprendieron de ellos, que empezaron a practicarla en los primeros tiempos de sus enfrentamientos con las tribus nativas.
Ese uso, en efecto, llegó de Europa a América.
Fueron los colonizadores ingleses y holandeses quienes por primera vez hicieron eso en el nuevo continente. Sus remotos antepasados, suevos, bretones y galos, arrancaban la cabellera de sus enemigos.
Los pieles rojas no hicieron sino imitar lo que hacían los recién llegados.
La historia, dicen, es la maestra de la vida.
Ninguna duda cabe, sin embargo, de que a veces es una maestra muy olvidadiza.
¡Hasta mañana!...