Mortandad de las monarcas a su paso por México
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Fuimos al diminuto parque al atardecer. El cielo estaba nublado, el frío comenzaba a calar y más cuando el vientecillo del norte alborotaba las copas de los árboles, meciendo sus hojas cada vez más alocadamente.
Algunas de las ramas más cercanas al suelo se doblaban, literalmente, a pesar de que el follaje no era tan tupido, y cuando nos acercamos nos dimos cuenta de que era el peso de miles de mariposas aferradas a las hojas lo que las plegaba hacia el suelo; enjambres de color naranja, amarillo y todas las tonalidades intermedias contrastando con las características motas blancas sobre el fondo negro de sus alas.
En uno de los árboles que rodeaban ese espectáculo vimos a Omar Franco trepado con su cachucha de beisbol al revés, enfocando la lente de su cámara hacia esas colonias de monarcas que le cambian bellamente el color al verde de las hojas de los pequeños fresnos y palo blanco que crecen en el parque, a pocos metros de la casa donde él y su esposa Marcela Uribe Restrepo viven al pie de los impresionantes riscos de La Huasteca.
Ella es amiga de mi Gaby, y nos invitó esta semana a ver uno de los pocos santuarios-escala, que se sepa, que las monarca eligieron desde hace varios años en la zona de Monterrey para pernoctar en su travesía de hasta 4 mil kilómetros desde Canadá y el norte de Estados Unidos hacia los bosques de oyameles en Michoacán y el Estado de México.
Somos a tal grado adoradores de estas mariposas que el año pasado viajamos en la víspera del Día de Muertos hasta Angangueo, en los límites de Michoacán con el Estado de México, para verlas en el santuario donde todos los años hibernan durante cuatro meses.
La zona de esos bosques, a donde llegan, está tan protegida que agraciadamente no se puede acercar uno lo suficiente para verlas cómo tapizan los oyameles donde se posan.
Esta es una de las cosas buenas que alguien del gobierno está haciendo, porque antes era tal el estrépito de los visitantes que comenzó a disminuir la afluencia de monarcas, al menos en ese lugar.
Los purépechas las consideran el alma de los muertos e interpretan su llegada como el anuncio de sus difuntos, pues su arribo coincide con los días 1 y 2 de noviembre.
Les platico: Marcela y Omar son colombianos, llegaron a estas bárbaras tierras del norte hace 18 años. Él es fotógrafo profesional y logró hace poco algo que muy pocos de su oficio pueden presumir: captó con uno de sus poderosos lentes la marca que científicos canadienses colocan muy delicadamente cada año en las alas de –cuando mucho– unas 500 mariposas de esta especie para monitorearlas en sus travesías.
Una de las conclusiones de esos estudios –comandados por el Dr. Chip Taylor, máxima autoridad mundial del tema– revela la inmisericorde mortandad que sufren las monarcas a su paso por Estados Unidos y principalmente por México.
Durante la migración del otoño de este año están muriendo más de dos millones de mariposas cada mes debido a su colisión con el tráfico vehicular.
Estas bellezas aladas enfrentan descomunales retos para su supervivencia al cruzar desiertos, montañas, ríos, presas, lagunas, y lo peor les ocurre cuando pasan por poblados, grandes ciudades, por las carreteras siguiendo la ruta del noreste de México.
Omar y un grupo de colaboradores han detectado que la mayor mortandad se da en las siguientes cinco carreteras: la 54, en el tramo Concepción del Oro, Zacatecas-Ramos Arizpe, Coahuila; la 30, de Cuatro Ciénegas, Coahuila; la 57, de Saltillo a Monclova; la federal 40, de Saltillo y la autopista 40-D, de Saltillo a Monterrey.
Tal mortandad causa una disminución dramática de la población migrante de esa especie y de otras que viajan por las mismas rutas.
Se debe principalmente a la velocidad con que se transita en esas vías. A pesar de que existen señalizaciones pidiendo a los conductores que manejen más despacio en ciertos tramos de alta migración de las monarcas, nadie las respeta y no se conoce ni una sola infracción aplicada por esa “falta”, porque ni siquiera está tipificada como violación a los reglamentos de tránsito.
Al respecto, ¿dónde están los legisladores de todos los colores para promulgar leyes de tránsito vehicular que obliguen a los conductores a evitar la muerte de las monarcas?
¿Dónde están las autoridades de gobiernos estatales y municipales para dedicarle un poco de las millonadas que dilapidan con fines políticos, para provocar una conciencia de respeto en la población hacia las monarcas?
Cada vez que Omar se encuentra con Héctor Castillo, el alcalde de Santa Catarina, éste le dice: “Ahora sí, te vamos a buscar para hacer una campaña de protección a las mariposas, usando tus fotos”. Pero el tiempo pasa y ni el alcalde ni nadie de su gente lo busca.
Omar le ha presentado a Héctor propuestas para que el municipio no ponga ni un centavo, promoviendo el apoyo a ésta causa de las muchas empresas que operan en Santa Catarina. Pero ni la mortandad de millones de mariposas en sus alrededores mueve la burocracia de ese municipio.
Conozco al alcalde de Santa Catarina, se me hace una persona bien orientada. Bueno, mi Héctor, aquí tienes una oportunidad de oro para hacer algo que distinga a tu municipio.
También conozco al senador Víctor Fuentes y a él le digo: entre las más de 100 iniciativas de ley que has presentado en el Congreso de la Unión, aquí tienes una que puede mover las fibras del más insensible de tus compañeros de curul. ¿Entonces qué, le entran o no?
CAJÓN DE SASTRE
Y si ningún funcionario público responde, éstos son los datos por si algún empresario, agrupación civil o vecinos y apoyadores de las monarcas –que no pueden pedir ayuda por ellas mismas– quieren hacer algo en pro de tan noble causa: Omar Franco. Teléfonos en Monterrey, fijo: 8676 7234 y Cel: 818 028 7169. francoreyes.of@gmail.com.
placido.garza@gmail.com