Niños, pero ya adultos
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Una mamá me comentó esta semana que la mandaron a llamar de la escuela porque una compañerita de su hijo, de 6 años, le estaba pidiendo que le enseñara su parte íntima. Al preguntarle la edad de la niña me contestó que tenía 5 años. Esta menor ha estado solicitando a varios compañeros de su escuela lo mismo. ¿Cómo es posible que una niña de 5 años pida a otro niño que le enseñe su parte íntima? ¿Dónde lo escuchó? ¿Dónde lo aprendió? Hay probabilidad que algún primito le haya dicho o lo haya escuchado de sus papás. Sin embargo, existe otra explicación: Los medios de comunicación y electrónicos; la tecnología ha invadido nuestra vida totalmente. Ya no hay un tiempo o espacio de privacidad. Hasta en el mismo baño las personas están conectadas a sus celulares. ¿A partir de qué edad los niños ven y escuchan series de televisión y su contenido es para adultos?
La etapa de la niñez es una de las más importantes en la vida evolutiva del ser humano. El niño es una gran esponja que todo lo ve, pregunta, aprende y memoriza. Los niños aprenden a sentarse solos, caminar, hablar y relacionarse con su alrededor. Se desarrolla su identidad y a través del juego mágico interpretan y comprenden su realidad. Pero el niño lo tiene que conquistar y dominar por él mismo y con el apoyo de los padres. Sin embargo, cuando el pequeño es expuesto tempranamente a contenidos de adultos aceleramos sus intereses y su “madurez”. Encontramos ahora adolescentes, entre 12 y 16 años, viviendo experiencias de pornografía, alcohol o relaciones sexuales cuando antes los enfrentábamos arriba de los 20 años. Y los adolescentes están en más riesgo de depresión, ansiedad, problemas alimenticios, embarazos, fracaso y abandono escolar.
Hace días unos papás me comentaban que acababan de descubrir a su hijo de 14 años con grandes problemas de consumo de mariguana, pornografía, robo y visitaba páginas de crueldad extrema y gráfica. Me dicen: “Maestro, notábamos que nuestro hijo hace un año cambió de comportamiento. Era un muchacho en primaria muy noble, deportista y buen estudiante. Y sabemos que lo empezamos a descuidar y no queríamos verlo. Pensábamos que era cosa de adolescentes, pero poco a poco sus amigos ya no venían a la casa y no lo invitaban. No entendíamos el por qué. Siempre fue muy amiguero y buen compañero. A pesar de tantas señales no queríamos verlo. Ahora nos arrepentimos. Va a ser internado”. Esta historia cada vez es más común entre los hijos.
Los invito a abrir los ojos desde que son pequeños para remediar cuando es tiempo. No debe existir la palabra “si hubiera” porque ya no hay regreso. Lo que hagamos por nuestros hijos siempre estará presente en sus vidas. Amemos, pero con supervisión y firmeza. Debemos criar para el bien de ellos, de los padres, de la familia y de toda la sociedad.
@JesusAmayaGuerr
jesus.amaya@udem.edu