Pongámonos serios
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“¿Cuántas veces un hombre puede voltear la cabeza / pretendiendo que no ve?”
Bob Dylan, “Blowin’in the wind”
Creo que para nuestro País sería mejor que dejáramos de reírnos de muchas cosas, para ponernos a hacer bien las que nos corresponden. Es de lo más sencillo denostar, reírse, burlarse del vecino, en lugar de hablar con él para que deje de proceder de la manera en que nos molesta.
Así, desde años. El mexicano gusta de hacer gracia de todo cuanto hay a su alcance. Disfruta de reír con facilidad y hacer mofa de todo cuanto ocurre a su alrededor. Si bien en algún sentido, en algún momento, es lo preferible para poder dar salida con ello a sentimientos en contra, a emociones de ira, enojo o fastidio, cuando se vuelve reiterativo sólo envía señales de alguien poseedor de actitudes de desidia o de envidia.
Pareciera generalizado el hecho de que son la mayoría esas personas que no emprenden por sí mismas acciones en beneficio de los demás, pero están atentos a observar que los otros las hagan. Sus siempre posturas en contra de cualesquiera de las acciones de las autoridades son entre otras demostraciones palpables de que están más que dispuestos a criticar antes que a construir.
Son usualmente quienes se observan improductivos. Usualmente, aquellos a los que no se les ve una obra, un trabajo concluido, un empleo estable. Son los que arrancan tarde su jornada o si lo hacen temprano, desde el inicio hasta el final no hicieron nada con ella en lo personal y menos en pro de alguien más.
“En el café es muy fácil escuchar a los amigos todo el tiempo criticar a todo mundo. Pero nadie es capaz de salir a la calle y proclamar, ya no digo a los cuatro vientos lo que con tanta facilidad de palabra expresan ante una taza. Al menos lo dijeran con sinceridad en la cara de quien critican o denunciaran la situación que los inquieta o preocupa”, expresaba hace unos días un amigo.
Y si bien son los improductivos quienes se emocionan denostando el trabajo de los demás, también los hay aquellos que siendo lo contrario; es decir, productivos, saborean los fracasos de otros.
Quiero decir: participan en esta misma dinámica los mexicanos que haciendo su trabajo gustan de apuntar constantemente presuntas fallas del compañero de al lado.
Nada más triste, pues se trata de gente que siendo responsable con su trabajo no puede ver que alguien de enfrente lo sea también. Así, la posibilidad de hacer equipos se desmorona. Y el País, enfrentado.
Acosado por los que nada hacen y viven criticándolo. Enfrentado, por quienes pretenden que su labor sea más apreciada que la de los demás.
Creo que desde hace mucho tiempo habría llegado el momento de que aquellos que producen tan pocas cosas utilicen su creatividad e ingenio para salir adelante con proyectos propios, y que los que son trabajadores y provechosos para el País salven diferencias con sus pares.
México necesita de todos. Una frase tan hecha, tan repetida hasta el cansancio, pero no por ello menos real, menos ideal. En este término de “todos” se engloba a los habitantes de un país en el cual resulta doloroso ver aún tanta miseria. Consignamos todos los días las abismales diferencias entre unos y otros. La pobreza sigue sacudiéndonos, pero giramos la cabeza y la ignoramos.
La ignoramos cuando de nuestras bocas sólo salen las risas y los presuntos chistes ingeniosos y nuestras declaraciones sistemáticamente en contra. Risas, pero no acciones. Chistes ingeniosos, pero ¿cuándo, ya no digamos una limosna, acciones concretas para sacar a toda esa gente miserable que hay a nuestro alrededor y que son mexicanos, como nosotros, pero sin muchas ganas de reírse?