Realidades evidentes
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A Oscar Chávez,
hasta siempre, compañero.
Tiempos de definiciones históricas personales. En México y el mundo, la pandemia generada por el COVID-19 muestra lo peor y lo mejor de la humanidad. Por una parte, el oportunismo político y económico, mezquindad, desinformación, mentira, estridencia, alarmismo, egoísmo, discriminación, mitos nefastos, indisciplina ciudadana, estigmas retrogradas culturales y morales de sectores de las clases medias y alta, hasta el odio.
Pero también valores y actitudes auténticas: solidaridad social; trabajo en equipo; reencuentro familiar; actualización en formas de comunicación para educación, mercado, información, entre otras; valor de la lectura que amplía los horizontes del pensamiento; preservar la salud con alimentación sana y ejercicio físico; valoración del trabajo digno de las personas en espacios de salubridad y asistencia.
En materia económica y social se evidencian retrocesos. Un primer aspecto es que la humanidad no posee estrategias de crecimiento y redistribución de la riqueza para afrontar graves crisis económicas atípicas.
El modelo económico neoclásico (o neoliberal) obligó a eliminar barreras a la expansión progresiva del capital a escala mundial, ahora se demuestra que el “libre mercado” genera acentuada desigualdad en todos los países, con amplia población carente de los supuestos beneficios de la globalización, como son sana alimentación, vivienda digna, servicios básicos, servicios de calidad en salud, capacitación, acceso a tecnologías de información.
El nefasto Ronald Reagan no midió las consecuencias de su afirmación respecto a que “el Estado es el problema”. El desmantelamiento del Estado se operó en países desarrollados y subdesarrollados, pero a los segundos, con agudos desequilibrios económicos, a través del FMI y del Banco Mundial, se les impulso el modelo con austeridad en gasto público -sobre todo gasto social-, contención salarial, venta y liquidación de empresas paraestatales, apertura económica y financiera.
A más de tres décadas de deconstrucción del Estado de Bienestar y la caída proporcional en salarios y poder adquisitivo, la contingencia sanitaria y la crisis económica muestran que la inequidad y la pobreza son el resultado evidente de las estrategias neoliberales. Lamentablemente en nuestro país la crisis sanitaria se presenta en plena reconstrucción del sistema de salud, desmantelado y corrompido por los
tecnócratas del pasado.
En los organismos financieros multinacionales -incluido el Banco Interamericano de Desarrollo- no existen fondos suficientes para apoyar preferencialmente las economías nacionales ante crisis económicas atípicas; más aún, las deudas externas firmadas de los países más pobres no contienen cláusulas de renegociación cuando se presenten este tipo de contingencias. La cooperación económica es un mito.
Con el argumento de contener la caída del empleo, en México las cámaras empresariales exigen la costumbre del rescate con fondos públicos, “en tiempos de auge las ganancias se privatizan, en tiempos de crisis las pérdidas se socializan”, sobre todo de las grandes empresas, pero nunca se habían instrumentado estrategias de transferencias sociales directas de apoyo a clases bajas y a micro empresas formales e informales. La pandemia evidencia que la prole no contaba como tal… pero ahora sí.
La contingencia sanitaria demuestra que el poder económico -empresarios rapases- no arriesgan su capital cuando no hay seguridad de ganancias. Por eso, superada la pandemia, el impulso a la economía requerirá del Estado orientador y hasta regulador, con reforma fiscal progresiva y equitativa, estrategias y programas de transferencias sociales y créditos preferenciales que garanticen la demanda agregada, cuidando que no se eleven los precios, y en coordinación con el Banco para ofrecer créditos a tasa preferencial a medianas empresas.
No más modelo neoliberal. Como proyecto permanente y de largo plazo, el Estado debe garantizar el bienestar y no sólo ser observador del mercado. Pero sólo el Estado de Derecho, sin corrupción ni ventajas políticas, es la condición para retomar el crecimiento económico con equidad. Aún con las críticas desquiciadas, en México eso se pretende. Veremos.