Restauración de Santa María
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Ahora sí, después de tantos años de espera, la pequeña capilla de Santa María del Rosario, en la hacienda del mismo nombre en Ramos Arizpe, ha emprendido el camino de su rescate.
Con la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos de México emitida en 1972, la Capilla de Santa María fue declarada monumento nacional por ser un inmueble de carácter histórico y artístico, y quedó protegida y resguardada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el INBA, y los gobiernos estatal y municipal, quienes deberían ocuparse de su conservación y mantenimiento. En su afán de proteger los inmuebles históricos de la nación, la ley no permite ninguna intervención sin ser autorizada previamente por el INAH. Esto dificultó grandemente por muchos años las reparaciones de la capilla, incluso las más mínimas para su mantenimiento, hasta que se estableció en el estado la delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y a través de su intermediación pudieron realizarse y acelerarse los trámites y permisos necesarios. Fuera de las pequeñas intervenciones, como la pintura de los muros, realizada con presupuesto de los vecinos, existían diagnósticos de los daños del inmueble y los permisos, pero no había presupuesto.
Hace algunos años se tenía ya un proyecto de Antropología para su rescate, y se había formado un comité pro restauración de la Iglesia de Santa María, con Jorge Zertuche al frente. Su objetivo era conseguir el dinero necesario para intervenir el campanario y otros detalles básicos de la construcción, y su proyecto incluía también el rescate del casco de la exhacienda de Santa María, donde está enclavada. Dicho grupo estuvo promocionando la participación de la gente en actividades para recabar fondos. No sé si aún existe y si participa en el actual proyecto, pero ojalá no se haya perdido su interés. El proyecto que ya inició se sustentará con fondos de los gobiernos federal, estatal y municipal, y en cuestiones de asesoría, además del INAH, interviene también la facultad de Arquitectura de la UAdeC. Las numerosas industrias establecidas a su alrededor también deberían de apoyar su restauración, pues cuando se trabaja conjuntamente, siempre se logra más.
Los gruesos muros de adobe de la capilla, su techo de viguería sentada en zapatas, sus retablos vacíos, su humilde coro, la ventana de palo, su viejo confesionario, su pila bautismal de recia cantera, su frágil campanario, su atrio empedrado, su barda de adobe, todo esperaba con vehemencia la restauración. La espera de años estuvo a punto de llevarla a la ruina total.
La capilla de Santa María fue una de las iglesias más ricas de la región en cuanto a imágenes y objetos del ministerio eclesiástico, debido a la prosperidad y la devoción de los antiguos dueños de la hacienda. Su construcción se terminó en 1721, cuando la hacienda producía y molía uno de los mejores trigos de la región. Los patrones le fueron procurando imágenes y pinturas, un cáliz y una patena, un copón y una custodia, las vinajeras, un acetre, el incensario, los candeleros, el sagrario, el crucifijo, el misal, el breviario, la campanilla. En fin, los utensilios propios de los oficios litúrgicos. Lo que quedaba, así como los óleos de sus retablos y sus imágenes de bulto fueron retirados por las autoridades eclesiásticas para evitar más saqueo y hace años está en su custodia. Una vez restaurada, seguro que sus retablos y su sacristía volverán a lucir su patrimonio.
El casco de la exhacienda de Santa María y su capilla son un respiro necesario en medio de una extensa y moderna zona industrial, y por todos conceptos es necesario conservarlos. A punto de cumplir 300 años, la antigua capilla, terminada 24 años antes de que iniciara la construcción de la Catedral de Saltillo, al fin está siendo rescatada.