Suicidio, ¿culpa de quién?
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La nota dice: “Aumentan los suicidios en Coahuila, según el Observatorio de La Laguna”.
En Coahuila, en el año 2015 se suicidaron 180 personas; en 1994 la cantidad de suicidios en el Estado fue de 60. De las muertes violentas actuales, el 12.2 por ciento son por suicidio. Acabar con la propia vida es un síntoma de múltiples fallas de nuestra sociedad.
En 2007 se realizó un estudio en la ciudad de Saltillo, se encontró que el 61 por ciento de los casos presentaba características familiares disfuncionales, había factores que se repetían en los casos: Muy baja autoestima en el 94 por ciento de los casos; falta de perspectiva o proyecto en la vida en el 89 por ciento de los casos: estrés en un 89 por ciento, miedos e inseguridad, 78 por ciento, y una personalidad depresiva en el 83 por ciento de los casos.
Al menos 7 de los 13 factores encontrados tienen relación con necesidades que debe cubrir la familia. La baja autoestima estuvo casi en todos los casos, esa área es la que requiere nuestro mayor esfuerzo; la autoestima proviene de que los niños se sientan queridos y saberse capaces con las herramientas que les dan los padres.
“Haber sido amado para aprender a amar, aprender a estimar lo que soy, y a valorarlo”. Los niños requieren amor y aceptación incondicional, disponibilidad en tiempo y comunicación afectiva, exigencia coherente, darles confianza en sí mismos y motivación constante; hay que ayudarles a que construyan su proyecto de vida.
Cifras de 2012 indicaron que las defunciones por suicidio en la población mexicana entre los 5 y 14 años, se incrementaron en 42 por ciento. Según el INEGI, en 2011 hubo 254 casos de suicidios entre las edades de 10 a 14 años.
En Coahuila en el año 2009 las muertes por suicidio fueron 177. Aquí mismo en el año 2008 el suicidio ocupó la 13ª causa de muerte en niños entre 5 y 14 años; en el país fue la 10ª causa de muerte.
Los expertos dicen que en la decisión de quitarse la vida influyen: el medio familiar, trastornos del estado de ánimo, de identidad, de apego, la desesperanza y el dolor emocional. También los problemas de aprendizaje, cualquier tipo de maltrato, la fragilidad de los lazos sociales y familiares.
“Desde un punto de vista social se puede presentar una estrecha relación entre el suicidio y aquellos factores estresantes derivados de las nuevas formas de vida, caracterizadas por el individualismo exagerado, la desinserción, la pérdida de nexos comunitarios e interpersonales, la crisis de sentido, la violencia exagerada y episodios de desesperación.
La idea de suicidio se le puede presentar a cualquier ser humano que atraviesa algún tipo de desesperanza.
Existe una crisis social producida por la quiebra moral y se refleja en la familia, lo cual genera la presencia del suicidio infantil y su incremento en nuestra sociedad.
Cuando mueren niños es muy fácil juzgar y echar toda la culpa a los padres de familia, si bien, es cierto que ellos tienen una responsabilidad directa, también forman parte de una sociedad, una comunidad de la que se espera reciban apoyo.
Pertenecemos a la familia humana y lo que le pasa al otro nos atañe a cada uno de nosotros: somos una sociedad de consumo, una sociedad violenta e insensible a lo que vive el vecino. No hemos podido construir la civilización del amor, no hay cambio en la sociedad sin cambio en el hombre. Si la sociedad se mejora, se mejora el ser humano, el problema de fondo es la depresión infantil, originada por baja autoestima y carencia del sentido de la vida.
Creo que la solución no está en revisar mochilas, sino en arreglar las familias, los corazones y las mentes de cada uno de sus miembros.
jesus50@hotmail.com