Triple Oscar
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Sin color.
Como en los viejos tiempos del cine. De todo el cine mudo y de las primeras filmaciones con sonido. Solo blanco y negro y las innumerables tonalidades de todo el amplio espectro del mundo grisáceo. Fue la primera audacia de Cuarón. Y también el primer acierto por el universo temático que él quería representar con sillares de construcción imaginaria tomados de su memoria.
Esa fotografía de aquellas cámaras Agfa de cajón en que las fotos quedaban en el rollo y se convertían, por el revelado, en negativo para imprimir las fotos, días después. Fue el cine doméstico de 16 milímetros con los rollos de celuloide. Contenían escenas de vida familiar. La genialidad del fotógrafo consiste en manejar las aberturas de lente y las velocidades del disparo, los filtros y los ángulos y los movimientos de cámara para lograr los contrastes, las definiciones, las escenas difuminadas y fuera de foco.
El peritaje técnico, el enjuiciamiento de los efectos lumínicos de cada escena hizo que los jueces de la Academia valorarán la alta calidad de las escenas defeñas captadas en la colonia Roma. Exteriores e interiores, acercamientos y panoramas, gestos de rostros y enfoques hacia los detalles significativos pusieron a la fotografía mexicana en la elección final para el Oscar.
Mejor película extranjera. Superó a producciones de otros países competidores. Es un premio sin especialidades. Se va sumando guion, sonido, imagen, trama, actuación, dirección y se califica la armonía, el balance del resultado. Es una gloria que cubre las acciones de
todo el equipo, incluyendo a los que preparan comidas o hacen el aseo. Ya no se privilegian recursos, medios o instrumentos. Se ve el resultado como algo admirable y sobresaliente. Fue el destello más potente de todo lo que no era cinta estadounidense.
Lo de mejor director es un encumbramiento máximo para Alfonso. Porque eso sí es mundial. Es la mejor dirección cinematográfica en todo lo que se presentó en el concurso, extranjero o no. Se juzga, la de Cuarón, la mejor dirección que la que tuvo la que fue escogida como mejor película.
Foto, resultado y dirección ha sido el triple Óscar de este filme. Las etiquetas en todos los paquetes, durante el rodaje, decía solamente “Roma” porque era esa colonia el sitio de confluencia constante para el trabajo de todos. Por eso la obra premiada tuvo ese nombre de dos sílabas, con evocación inevitable de la urbe italiana, ajena a su argumento.
No hay Oscar para los mejores espectadores. Pero si lo hubiera, debería tomar muy en cuenta no sólo la apreciación en la calidad de las categorías sino las respuestas íntimas a preguntas como: ¿qué nos enseñó respecto a nuestro mestizaje? ¿Qué lenguaje no verbal captamos en los detalles del agua, del avión, de la escalera, de la azotea, del mar? ¿Qué personaje y qué actitudes nos ayudan a humanizar nuestras actitudes cotidianas? ¿Qué comparación hacemos de lo familiar y de lo social presentado con situaciones contemporáneas?
No parece ser este un cine de diversión sino de concientización...