Saltillo: comparten su pasión por los autos clásicos
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Erubiel Valdés colecciona autos clásicos deportivos: “Desde que estaba en la prepa ya tenía mi carrito”, recuerda
Desde hace 25 años, Erubiel Valdés colecciona autos clásicos deportivos.
“Desde que estaba en la prepa ya tenía mi carrito”, recuerda.
También recuerda que, desde siempre le han gustado ‘los fierros’, los carros deportivos.
Su primer auto fue un Mustang modelo 1964, convertible, y ahora, en pleno 2022, conduce un Mustang 1966.
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“El tener un carro icónico, con más de 30 años de antigüedad que lo puedas sacar a rodar, ir a otras ciudades a pasear, exhibirlos, es una experiencia única y muy bonita”, expresa en entrevista con VANGUARDIA.
Afirma que el mantenimiento de estos automóviles es costoso, y depende del presupuesto que se tenga en la bolsa, pero sobre todo depende del tipo de vehículo y de la restauración que se quiera hacer.
“Yo he invertido unos 300 mil pesos en un solo vehículo y tengo otra camioneta pick up a la que le invertí de 100 a 150 mil pesos, hay otros vehículos que requieren solo de 30, 40 mil pesos, depende lo que se quiera hacer”, dice.
En ocasiones, las piezas de los autos clásicos deportivos son las que requieren de una mayor inversión.
Valdés señala que anteriormente era más difícil encontrarlas, sin embargo, ahora con las diversas plataformas de mercado que se pueden encontrar en la web, es posible encontrar cualquier pieza.
“Ahorita pides las piezas por internet y te llegan por paquetería, antes tenías que andar buscando en yonkes, quitarles piezas a los carros que estuvieran abandonados, porque no había, eso hace 20 o 30 años, ahora es más fácil”, añade.
Roberto Pereo Hernández también es coleccionista y desde hace 30 años se dedica a la reparación de autos clásicos.
“Creo que la experiencia de todo esto es rescatar y reparar los autos, y exhibirlos, que la gente los vea, porque ya nunca los van a volver a ver, ya es imposible que los vuelvan a fabricar”, comparte.
El primer auto de su colección fue un Chevrolet Bel Air 1961, luego se dio a la tarea de comprar y reparar once automóviles más. “La restauración es muy caro, adquirir las piezas es difícil, no es imposible, pero hay que buscarlas y mandarlas traer”, explica.
Pero, además, esta actividad es un hobbie en la que los coleccionistas de autos manifiestan su pasión por el lujo y las ruedas. “No le haces daño a nadie, involucras a la familia, es un ambiente completamente sano”, explica.