Lo que la pandemia nos ha hecho extrañar y nos ha quitado a los saltillenses
Hay cosas que se extrañan y que aún no tienen fecha de regreso. El COVID-19 provocó cambios en el mundo y Saltillo no fue la excepción. Se nos prohibieron cosas muy nuestras y se rompieron tradiciones, sí, también nos faltan seres queridos en cada hogar.
Ni Saltillo ni su gente son lo mismo desde que inició la pandemia. Hoy nos faltan muchos. El COVID-19, como en muchos otros lugares del mundo, nos ha arrebatado a seres queridos. El coronavirus trajo consigo enfermedad, desempleo, crisis, incertidumbre y tristeza. Pero también unión, solidaridad, empatía, fortaleza y reflexión.
A pesar de ser una crisis sanitaria global, hay cosas muy nuestras, muy saltillenses, y que hoy no están, que no se pudieron realizar durante el año y que de alguna manera se extrañan.
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. El año 2020 nos recordó con dureza y frialdad que esa frase trillada tiene un sentido siempre vigente.
Quizá hemos perdido mucho, pero es momento de valorar y cuidarnos, para que en un futuro no tan lejano, la nueva normalidad nos permita rescatar algo de lo mucho que teníamos.
Sin ‘playball’ en el Parque Madero
Solo y en silencio. Así permaneció el Parque de Beisbol Francisco I. Madero justo en el año en que Saraperos de Saltillo cumplió su 50 aniversario en la Liga Mexicana de Beisbol. La temporada se suspendió y, con ello, todos los festejos planeados por parte de la directiva local.
En la más reciente temporada el equipo había logrado regresar a los playoffs luego de cuatro campañas. De la mano del mánager, “Chapo” Vizcarra, este año también se pronosticaba una participación memorable. Pero todo se resume en un “hubiera”.
No se tiene que ser fiel aficionado a Saraperos de Saltillo para vivir la alegría, la fiesta y la camaradería en las entrañas del estadio. Porque cuántos no han ido sin entender el beisbol, pero sí para pasarla bien.
Quién no ha ido por un burrito, unos tacos o unas papas solo para botanear. Y claro, las cervezas, que no falten. Vendedores pasando de lado a lado, la gente gritando, chiflando y haciendo hasta malabares con tal de salir en la pantalla gigante. Y cuando salen, se “chivean”.
Desde los abonados de toda la vida, los usuarios de los palcos, los de las butacas numeradas, los de la zona general, y los que van sin saber contra quién juega el Sarape, todos han estado en un mismo sentir: la fiesta del deporte.
Adiós a los paseos ‘libres’ por el centro
Si antes no era sencillo caminar por calles como Victoria, Allende, Aldama y Pérez Treviño, ahora lo es menos. El roce de hombros, empujones y hasta codazos, era relativamente normal y diario hasta antes de la pandemia. Hoy puede ser un peligro.
Aunque las aglomeraciones deberían evitarse en la nueva normalidad, la realidad es que siguen ocurriendo. Por eso, dar un paseo a pie por el centro de la ciudad es algo que en estos tiempos debería pensarse.
Las condiciones para salir ya no son las mismas que hace un año. Se nota con tan solo vernos unos a otros. Los cubrebocas son un recordatorio de que debemos seguirnos cuidando. Los letreros relacionados al COVID-19 pegados en los establecimientos, las botellas de gel antibacterial en la entrada y una persona apuntando con el termómetro, son muestras de que visitar el centro ya no es lo mismo.
La realidad, por más dura y exagerada que pueda parecer, es que sitios históricos y de disfrute como la Alameda, el Mercado Juárez, Plaza de Armas, la Plaza Manuel Acuña o el Mirador, en tiempos de contingencia sanitaria son un foco de contagio si no se toman las medidas pertinentes.
En tanto, la libertad que podamos volver a tener en cada uno de estos lugares depende de la conciencia que seamos capaces de tomar en la actualidad.
La máxima fiesta religiosa de Saltillo se quedó sin verbena
Bancas vacías en la Catedral de Saltillo en un 6 de agosto, algo que quizá nunca se hubiera imaginado. De un año a otro se pasó de tener que hacerse lugar entre los pasillos para alcanzar la misa, a encender la computadora y seguir el novenario de forma virtual.
Por primera vez en 412 años, los actos por el festejo del Santo Cristo de la Capilla se llevaron a cabo sin que la gente pudiera estar presente físicamente. El festejo patronal considerado como el más grande de la ciudad, ya que suele superar la afluencia diaria de hasta 10 mil personas, sufrió un cambio radical.
Años atrás predominaron la fe y los empujones afuera de Catedral desde las 4:50 de la mañana con la primera misa. Las calles aledañas parecían insuficientes. Para la verbena, música en alto volumen, juegos mecánicos, puestos de comida, merolicos, comerciantes y gente de a montones.
Hoy todo eso es solo un recuerdo que se mantiene a la expectativa de lo que pueda ocurrir en el 2021.
Ni 21, ni un solo kilómetro
Conforme avanzó el año, la pandemia arrasó con eventos masivos. De forma ininterrumpida, durante 24 años la 21K Coahuila reunió a miles de personas de diferentes partes de México y el mundo.
En un año atípico “La Gran Carrera de México” tuvo que suspenderse, dejando a casi 9 mil corredores con boleto en mano. Para algunos es competencia, para otros reto personal o recreación. Pero el disparo de salida programado para las 7:00 de la mañana del 14 de junio 2020, nunca ocurrió.
En esta ocasión no vimos sonrisas de satisfacción tras el recorrido, ni a superhéroes cruzar la meta, ni a papás tomar la mano de sus hijos, ni a abuelos dar su máximo esfuerzo para llegar a la meta. No hubo aplausos, ni gente saliendo de sus casas para animar a los atletas y ofrecerles agua.
Quizá, si las condiciones lo permiten, la carrera se realizaría el 13 de junio del 2021.
Una Feria de Saltillo nada tradicional
El Teatro del Pueblo no “reventó”. Los comerciantes con sus promociones no llegaron. Los juegos mecánicos tampoco se montaron. No hubo quien extendiera la mano para enseñar el menú e invitar al restaurante de junto.
La voz del vendedor de colchas no se hizo presente: “y le pongo uno, y le pongo otro”, pero esta vez no puso ninguno. Los voladores de Papantla no emprendieron el vuelo. Ni nadie recorrió los pasillos comiendo chucherías.
La tradicional Feria de Saltillo y sus terrenos tuvieron que adaptarse a la nueva normalidad: con un AutoShow. Películas y eventos culturales, todo con el espectador desde su automóvil, con sana distancia y bajo medidas estrictas. En un intento por no suspender la Feria, no fue lo mismo, pero algo hubo.
Adiós, vaquero…
Sin adrenalina de rodeo, ni cabalgata, ni asadores, ni exposiciones ganaderas. Las botas y sombreros se guardaron en una ciudad vaquera cómo Saltillo.
El Festival Rodeo Saltillo Expogan & Fest, que en ediciones anteriores reunió a miles de personas de la localidad y sitios aledaños, también anunció su cancelación para el 2020. Se realizaría del 20 de abril al 3 de mayo.
El evento contaría con una cena de gala, concursos de gastronomía, conciertos country y norteño, exposiciones de aves de combate y exóticas, pabellón de vinos, subastas, y mucho más que solo quedó en planes.
Fue así como la Arena Saltillo se convirtió en otro de los recintos locales que de la fiesta pasó a la soledad en cuestión de meses.
No al contacto físico, no al baile
En marzo se acabó la fiesta. Se cerraron las salas de baile y los centros nocturnos. Evitar el contacto físico ha sido una de las principales medidas contra el COVID-19.
La Plaza del Congreso luce vacía por las tardes, cuando antes se sabía era punto de reunión para el danzón. En la Alameda están pausadas las clases de zumba y las reuniones juveniles improvisadas para mostrar los mejores pasos.
Algunas salas de baile han tenido que evolucionar a restaurante-bar para poder recibir a su gente. Sí, con música en vivo, pero con la pista de baile prohibida. Para algunos, según dicen, es como quitarle sentido a la visita. Qué es la música si no hay quien la baile.
Los bulevares Pedro Figueroa y Musa de León se apagaron. Solo quedan los edificios solitarios en donde hasta unos meses se podía ver a cientos de jóvenes ir de antro en antro durante el fin de semana.
Ya no hay salsa, cumbia, norteñas, son cubano, reggaeton, urbano, nada. No importa el género, la esencia y el gusto son el mismo: disfrutar el baile. Saltillo está en silencio, Saltillo ha pausado sus pasos de baile… por ahora.
Ni en Saltillo, Arteaga o San Antonio de las Alazanas
Los domingos de pasear en familia o noviar por las plazas públicas de Saltillo, Arteaga y San Antonio de las Alazanas se acabaron. Por meses no se pudo ir a comer las carnitas de Artega, ni recorrer los siempre amontonados pasillos improvisados en las banquetas de la plaza central.
En la orilla de la acequia no hubo nadie que admirara el paso del agua. Los estacionamientos estuvieron lejos de llenarse y los ponys no tuvieron visitas de niños emocionados por montarlos.
Los viajes cortos a San Antonio de las Alazanas para tomar otros aires dejaron de hacerse. En los restaurantes en la orilla de la carretera no hubo comensales. El museo de las momias no tuvo visitantes. Las cabañas para pasar un rato campirano tampoco se rentaron.
Y aunque poco a poco se van retomando estas actividades, lo cierto es que nada vuelve a ser igual, todo se rige bajo una nueva normalidad que a regañadientes de la población, logra hacerse presente en algunas ocasiones.
En casa, sin parques ni jueguitos
Qué fácil era visitar el Parque El Chapulín, el Bosque Urbano, el Parque Las Maravillas o la Gran Plaza, para caminar, andar en bicicleta, correr, jugar, hacer picnic o llevar a los niños a los juegos.
Pero en la pandemia sufrimos “castigos” por no entender que las cosas cambiaron. Cuántas veces se nos llamó la atención por llenar de gente la Gran Plaza. Y es que nos aferramos a lo que para nosotros era normal. Ir los domingos a convivir en espacios públicos con áreas verdes.
Quién diría que la Ciudad Deportiva también nos sería restringida. El trenecito del lago dejó de operar, la pista no recibió corredores, los juegos y los resbaladeros de concreto se convirtieron en un riesgo por ser de uso público y poder transmitir el virus.
En los kioscos nadie compró yukis, refrescos o frituras. Las canchas se quedaron solas, sin atletas de alto rendimiento o amateurs entrenando tenis, basquetbol, beisbol, tenis o voleibol.
Con el Estadio Olímpico ocurrió lo mismo. El espacio que lucía abarrotado por las mañanas y noches con corredores, futbolistas y deportistas de otras disciplinas, de pronto cerró sus puertas “hasta nuevo aviso”.
Luego nos vemos, familia
La pandemia nos quitó el afecto. Dicen que los mexicanos somos cálidos, abrazadores. También eso se nos arrebató. Cómo ver a nuestros tíos, primos, sobrinos sin poder siquiera estrechar las manos.
Dejamos de ver a los abuelos. Al ser un grupo vulnerable tenemos que extremar las precauciones para evitar contagiarlos. Pero eso implica dejar de visitarlos, dejar de comer los platillos de la abuela y dejar de recibir apapachos.
Las reuniones con decenas de parientes ya no se realizan, o no deberían realizarse. Todo mudó a videollamadas o visitas desde el otro lado del portón.
Claro, se extrañan los abrazos, los besos, las caricias. Pero es eso, o poner la vida de por medio. Si no te cuidas a ti, al menos cuídalos a ellos.
La lista podría ser mucho más larga y bastante personal según sea el caso de cada uno de nosotros. ¿Qué otras cosas extrañas hacer en Saltillo, con amigos, familiares o solo? ¿A quién extrañas y por qué? ¿Qué te ha quitado la pandemia?
Sí, las cosas cambian y difícilmente volverán a ser como antes. La pandemia continúa. Recuerda que a lo ya ocurrido no se le puede hacer nada, pero en nuestras manos está el porvenir.