Las bendiciones de la vida
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En Güémez había un sastre excepcional, tan bueno para cortar ternos como para hacer corridos, en cierta ocasión llegó ante él un pela'o como de dos metros de estatura, su espalda parecía ropero de dos lunas, su pantalón portaba una hebilla que parecía un sartén para guisar un par de huevos, dirigiéndose al sastre le dice: ?Oiga amigo, me han dicho que en toda la región no hay quien le llegue a usted en eso de hacer corridos.
A tus órdenes -responde el costurero de allá mismo, al mismo tiempo que se quita el bicolor de la oreja y da vuelta a la hoja de su libreta y colocándose en posición de anotar dice: ?¿Cuál es tu nombre y a qué te dedicas? ?Bisiesto de la Garza y soy comandante de la Judicial Federal Preventiva en la frontera. ?¡Ah abroón ta' bueno!, ¿Cuántos camiones has agarrado con marihuana, con dólares o con coca? ?¿Camiones? Mmmm ¡Ninguno!
¿Cuántos polleros has detenido?
¡¡Ninguno!!
 ¿Cuántos pela'os has matado?
¡¡¡Ninguno!!!
¿Cuántas veces te has balaceado con narcos y en la refriega has lesionado a alguno o te han herido? ?¡¡¡¡Ninguna!!!!
¿Has perseguido algunos delincuentes, los tiroteaste y se volcaron, o te balacearon muriendo en el acto alguno de tus compañeros? Â
¡¡¡¡¡No!!!!!
Mira abroón -dijo el sastre al mismo tiempo que se colocaba el bicolor en la oreja y cerraba su libreta- con esto lo único que alcanzas es una `inche cumbia... ¡¡Porque no llegas a corrido!!
Pues al revés de este pela'o, todos los personajes de nuestros pueblos si llegan a corrido, porque están llenos de sentido común, de genio, de ingenio, es decir el raro oficio de vivir corre a raudales por sus venas, son auténticas escuelas andantes de sabiduría.
El viejo Filósofo ha aprendido de los personajes populares que conoce, que "las cosas buenas, sólo le suceden a la gente buena" y a través de nuestra excepcional cultura popular ha descubierto un mundo inimaginablemente mágico, fantástico, encantador, seductor, inteligente, gracioso y atractivo.
Los personajes populares con su enorme bagaje de experiencia existencial, nos enseñan el camino para brindar a nuestra existencia un fin supremo para trascender, llevándonos a buscar una razón para vivir y a la vez darle a nuestra existencia un profundo sentido tan sagrado como divino.
Ellos, en fin sabios por derecho propio, cancelan la inmediatez de la vida, que sólo conduce a la ausencia de espíritu de lucha y con ello a estar alejado de si mismo y con una habilidad extraordinaria, van hilvanando suavemente las palabras, para contar los sucedidos de su entorno con una fantasía que atrapa; mi tarea es irlos documentando en los artículos, para poner a su disposición ese espíritu festivo, las más de las veces sano y picaresco, que enriquece el humor del Filósofo.
En nuestros personajes populares, se compila la chispa de la vida, ellos a veces se personifican en un maestro, otras en una ama de casa, en un doctor, en un comunicador social, un sacerdote, un cantinero, un sastre o un pescador; en esa gente de carne y hueso que siempre están a unos pasos del Filósofo, enseñándole que las angustias existenciales no le frenen, más bien lo impulsen a seguir creciendo y desemboquen en alegría y buen humor con la que el campesino de "allá mismo" vive.
El Filósofo de Güémez ha aprendido que "un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de darle la mano pa' ayudarle a levantarse", por eso en cada artículo le tiendo la mano a usted, para que se levante dándole gracias a Dios por el prodigio del nuevo día, para que inicie sus tareas con el buen sentido del humor en el rostro y en sus venas, que es una señal visible de un alma que vibra a plenitud con los maravillas diarias de la vida. Â
El viejo campesino de Güémez jamás utiliza el lenguaje para dañar, ofender, vilipendiar, insultar o agraviar, más bien viste la desnudez de su alma rural con el humor, porque sabe que es la mejor manera de darle gracias al creador por el milagro y las bendiciones de la vida. filosofo2006@prodigy.net.mx