Una lección de historia tras la crisis del Northern Rock
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Siendo una estadounidense a cargo de una red de sucursales de bancos británicos, Deanna Oppenheimer, directora de banca minorista de Barclays en Reino Unido, ofrece tanto una perspectiva externa como la experiencia de una funcionaria conocedora del manejo interno de un banco para comprender el retiro masivo de depósitos registrado el mes pasado en Northern Rock, la institución de ahorros e hipotecas.
Vale la pena, entonces, examinar la sugerencia de Oppenheimer, planteada en una conferencia el pasado fin de semana, de que el proceso que Gran Bretaña debe experimentar ahora para restablecer la confianza en el sistema, será similar al largo camino que siguió Estados Unidos para salir de la crisis bancaria y bursátil de los años 20 y 30 del siglo XX.
Las consultas sobre cómo evitar una repetición del fiasco de Northern Rock ya han iniciado, incluso cuando todavía se discuten formas de salvar al banco. Hoy, en Londres, altos ejecutivos del banco enfrentarán las preguntas de miembros del Parlamento británico. Pero los paralelos con el Estados Unidos de la era de la Gran Depresión son al mismo tiempo educativos y, para Barclays y sus pares, precautorios. Audiencias legislativas similares realizadas en Estados Unidos en los 30 engendraron pilares de la estabilidad financiera como la Comisión de Valores y Mercados (SEC) y el sistema del seguro federal de depósitos, aunque también condujeron, en 1933, a la controvertida Ley Glass-Steagall, que separó a la banca comercial y de inversión.
La medida fue bienvenida en su tiempo: por ejemplo, The New York Times indicó que la ley era necesaria para enmendar "la vergüenza de que Estados Unidos tenga el peor sistema bancario del mundo". Bancos de rápido crecimiento como Citigroup se esforzaron durante décadas para evadirla o anularla, lográndolo finalmente en 1999, justo a tiempo para la burbuja puntocom.
Ahora que la crisis crediticia ha puesto al descubierto las fallas en el modelo de financiamiento mayorista de mercados y de préstamos hipotecarios de Northern Rock, los llamados a crear legislación y regulaciones para evitar, como podrían decir los críticos, la vergüenza de que Reino Unido tenga el peor sistema bancario del mundo, se están incrementando.
Pero no es probable que Oppenheimer trate de jusitificar una versión británica de la Glass-Steagall: como banco universal con una rentable rama mayorista en Barclays Capital, el grupo británico sería una importante víctima.