Sin margen para el regateo
COMPARTIR
TEMAS
No son momentos de regatear participación en el diseño de una respuesta contundente a lo que significa un reto para el Estado, lo que refleja lo sucedido ayer".
La anterior es la respuesta que el presidente del Senado de la República, el perredista Carlos Navarrete, pronunció luego de que el presidente Felipe Calderón realizara ayer por la mañana un amplio llamado a todas las fuerzas políticas y sectores sociales para integrar un frente común contra la delincuencia organizada.
El líder del Senado dijo hablar a nombre de dicha Cámara del Congreso de la Unión, donde todas las fuerzas políticas representadas aceptaban el llamado
presidencial para dejar atrás la confrontación electoral y diseñar un plan de acción común frente a la criminalidad.
Ésta y ninguna otra respuesta es la que debe esperarse de una clase política integrada por individuos sensatos a quienes mueva realmente el interés colectivo.
Ésta y ninguna otra es la actitud que los ciudadanos esperamos de quienes nos representan y de quienes tienen la posibilidad de influir en el derrotero de la nación entera.
Ésta y ninguna otra es la ruta que puede llevarnos a recuperar la tranquilidad y el control de nuestros destinos, sacudiéndonos la amenaza representada por quienes decidieron hacer de la criminalidad un estilo de vida y con ello declararse enemigos de la sociedad.
Y no se trata, como perversamente manifiestan quienes no tienen interés real en resolver el problema, de "alinearse" con el Presidente, ni de que nadie renuncie a sus convicciones personales.
De lo que se trata es de asumir el compromiso de contribuir a la confección de un proyecto conjunto que todos defiendan y contribuyan a poner en práctica.
Se trata de diseñar una estrategia capaz de alcanzar, en el corto plazo, el éxito en la lucha contra la delincuencia, es decir, una estrategia capaz de revertir la situación que hoy vivimos en casi cualquier ciudad del país, donde ha surgido un poder fáctico que nos impone reglas a todos.
Se trata de abandonar, de una buena vez, la estrategia suicida de abonarle al fracaso de quienes nos gobiernan -a nivel nacional, estatal y municipal- y entender que a todos nos conviene que, al margen de su origen partidista, los gobiernos de todos los niveles tengan éxito en el propósito de reinstaurar en México el estado de derecho.
Lo que falta ahora, es que se honre el discurso, que efectivamente los miembros de nuestra clase política -todos- se dejen de regateos y demuestren ser lo suficientemente inteligentes como para entender que nadie gana si el país fracasa en la empresa de recrear el imperio de la ley.