Ni el temblor frenó la fiesta de la morenita del Tepeyac en CDMX
COMPARTIR
TEMAS
La algarabía estaba a flor de piel, luego de dos años de pandemia en lo que la visita fue controlada; ahora esos días quedaron atrás y los fieles no desaprovecharon.
CDMX.- Sin medidas sanitarias y hasta con un temblor, luego de dos años de restricciones para acceder a la Basílica por la pandemia, más de 3 millones 100 mil feligreses celebraron a la Virgen de Guadalupe en el 491 aniversario de su aparición.
Con las rodillas hechas trizas, ensangrentadas, el cuerpo deshidratado y cansado fue como miles de peregrinos y fieles llegaron a ver a la Virgen.
Las caravanas arribaron de todos lados: Puebla, Veracruz, Tlaxcala y Querétaro, los más escandalosos, pues traían mariachis, porras y batucadas.
La algarabía estaba a flor de piel, luego de dos años de pandemia en lo que la visita fue controlada; ahora esos días quedaron atrás y los fieles no desaprovecharon.
En días previos, la Basílica de Guadalupe comenzó a recibir a los creyentes, que en peregrinación, en bicicletas, en motos o a pie, acudieron para conmemorar un aniversario más de la Virgen del Tepeyac.
En este lugar pareciera que el oscuro paisaje que la pandemia dejó en el país, quedó en el pasado: cientos de feligreses que acudieron lo hicieron sin cubrebocas o sin reparar en las medidas sanitarias. Contrario a esa incertidumbre, el clamor por visitar a la morenita de México se manifestó en danzas, cantos y visitas familiares.
Ni el sismo que se registró durante la mañana en la Ciudad de México mermó el ánimo de los feligreses. A algunos la alerta sísmica sólo los despertó, otros ni lo sintieron, como Zenón, quien acudió desde Tlaxcala.
“Nosotros estábamos en la misa matutina. De pronto empezó a sonar la alerta sísmica. Todos salieron tranquilos. Nada de gritos ni empujones. El padre que estaba dando la misa nos dijo: ‘No pasa nada,
salgamos tranquilos y en paz’. La verdad ni se sintió”, mencionó.
Pasado el percance, que de momento se creyó opacaría la celebración, los cientos de fieles siguieron llegando al recinto. Unos lo hacían cumpliendo mandas de rodillas, como Miguel, quien llegó desde Atlixco, Puebla.