Poder blando mexicano

Opinión
/ 2 octubre 2015

La semana pasada, los gobiernos Federal y del DF confirmaron una muy buena noticia: el retorno, después de más de 20 años de ausencia, del Gran Premio de México. Debo confesar que no soy particularmente aficionado ni a los autos ni de la F1, pero sí lo soy de la oportunidad de apalancar este tipo de eventos —y otros atributos que el país posee— para promover a México en el exterior, mejorar nuestra Marca País y reputación, y para arropar iniciativas, intereses y objetivos que la nación persigue en el escenario internacional.

En mayo tuve la oportunidad de participar en un seminario organizado por el gobierno mexicano y Wilton Park, el foro del gobierno británico, sobre el llamado poder blando. Este concepto fue desarrollado por el teórico de relaciones internacionales, Joe Nye, en 1990. Contrapuesto al poder duro, que es el ejercicio y despliegue de las capacidades militares, económicas y diplomáticas de un Estado, y la persecución de objetivos internacionales a través de la proyección de esos recursos, el poder blando se da en función de la capacidad de atracción que un país genera en el mundo. Si se quiere, el poder blando logra vía la seducción lo que el poder real con la coerción. El poder blando es, al fin, una expresión más del poder real (lo cual explica que muchos de los países —no todos— con altos niveles de poder blando posean a la vez poderío militar, económico o diplomático). Tampoco es fácil de acumular o de ejercer. Pero la cultura y las artes, la gastronomía, el turismo, el deporte, los productos, las instituciones o los valores y prácticas de una nación pueden convertirse en una fuente extraordinariamente eficaz para promover a ésta en el mundo, generar percepciones positivas y buena voluntad y, en el proceso, ayudar a alcanzar metas de su agenda de política exterior.

La revista Monocle publica cada año un índice de los países con mayor poder blando. En el más reciente (2013), los primeros 4 sitios los ocupan potencias: Alemania, GB, EU y Francia, respectivamente. En los siguientes lugares se encuentran Japón, Suecia, Australia, Canadá, Italia y Suiza. El único país latinoamericano entre los primeros 20 es Brasil. México se encuentra en el lugar 27. Claramente no somos una potencia si se nos mide con base en los parámetros tradicionales de poder, pero como una de las verdaderas superpotencia culturales en el mundo, México tiene el potencial para consolidarse como un país con un enorme acervo de poder blando que abone su política exterior y sus intereses globales. ¿Cómo capitalizarlo y aumentarlo en el mundo? Hay varias fuentes de poder blando a los que México podría recurrir. Mediante el diseño de una política integral, transexenal, federal y anclada con estados, ciudades, el sector productivo, e instancias de la sociedad civil, la cultura y las artes, se podría aumentar de manera considerable la posibilidad de por primera vez establecer una Marca País relevante, sostenida y eficaz que abone a la imagen de México en el extranjero.

Primero, no cabe duda que nuestro arte y cultura, las industrias culturales, creativas y de entretenimiento y la riqueza turística, geográfica e histórica son instrumentos claves y poderosos para nuestra interacción y carta de presentación en el mundo. Segundo, la biodiversidad y riqueza biológica de México son únicas y nos permitirían jugar un papel central en la discusión mundial sobre sustentabilidad, cambio climático, conservación y seguridad alimentaria. Tercero, buscando que mejores prácticas institucionales o programáticas que se han venido instrumentando en México en años y décadas recientes se empaqueten y exporten bilateral o multilateralmente, daría verdaderos dientes a los esfuerzos por volver a detonar una política mexicana de cooperación internacional. Cuarto, el enorme talento y creciente peso académico, económico, social, cultural y político de nuestra diáspora en el mundo, particularmente en EU, se debe aprovechar. Quinto, hay que tomar decisiones, como la participación del país en el mantenimiento de la paz, para demostrar que México es un actor maduro, moderno y comprometido con el sistema internacional basado en normas de siglo XXI. Esta lista ciertamente es indicativa y general, y en columnas futuras estaré abordando algunos de estos temas. Pero apunta a la necesidad de que México busque incidir de manera distinta e innovadora en cómo pesa y cómo es percibido en el extranjero.

Twitter: @Arturo_Sarukhan

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