Mirador
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Ha llovido tanto en el Potrero de Ábrego que las señoras juran y perjuran que las plantas artificiales que adornan el altar de la capilla están echando brotes.
La Luna en creciente se inclina como una jicarita que deja escurrir el agua que contiene. Ésa es señal segura de que va a seguir lloviendo, lo mismo que las nubes en los picachos de la alta sierra llamada de Las Ánimas.
A mí el agua del cielo me bautiza el alma. Después de una de estas lluvias podría volver a hacer la primera comunión. El campo inventa nuevos tonos de verde, y aparecen flores que el mundo no había visto. Con la lluvia mayo es más mayo, la gente más gente, y la vida más vida.
Ahora está lloviendo. En la ventana pespuntean las gruesas gotas, y el techo ríe con las cosquillas del agua. Si Mozart no hubiera hecho su música ésta sería la música de Mozart.
Demos gracias a Dios. Dios está lloviendo a Dios.
¡Hasta mañana!...