Segundo tiempo: nueva alineación y nuevo juego
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'Debes' y haberes del trienio. Una vez definidos, la semana anterior, los cambios en la alineación del equipo de gobierno del presidente Peña Nieto, lo previsible en su mensaje de hoy sería el anuncio de un actualizado plan de juego para el segundo tiempo. Se espera que su diseño parta de los rendimientos del conjunto, principalmente, de las grandes reformas de los primeros dos años, lo miso que de las lecciones que dejaron las dificultades y adversidades del último año.
El radical cambio en las condiciones para definir rumbos claros por las naciones, incluidas las más poderosas, respecto de un año atrás, está obligando a los gobiernos de todo el mundo a replantear enfoques, estrategias, prioridades y metas. A navegar entre incertidumbres. En esta complejidad, cada vez resulta menos útil la separación de los retos nacionales entre dos frentes, uno interno y otro externo. Para ejemplificar con las dos grandes problemáticas del México del momento, hoy por hoy resulta indisociable la trama de la crisis económica global, de la reducción de las expectativas del país en este campo. Y algo parecido ocurre con los temas de seguridad interna y crimen organizado, que desde hace décadas tienen un carácter transnacional.
Las condición básica para saldar los debes y capitalizar los haberes del primer tiempo está en la capacidad que se haya desarrollado para capear los efectos del mal tiempo que traen las complicaciones de la economía global y, a la vez, para terminar de colocar las piezas de un Estado de derecho moderno a fin de refundar la confianza en las instituciones, con fuerzas públicas confiables y reglas claras de rendición de cuentas. Cumplir con esta condición permitirá el despegue de las reformas estructurales y su puesta en velocidad de crucero.
Apego y aversión al cambio. Si hay una lección a decantar de la primera mitad de este partido, ésta radica en que los más altos momentos del periodo se alcanzaron mientras el equipo mantuvo en la cancha la iniciativa transformadora y el apego a su programa de cambios. De igual modo, los trances más difíciles de esta mitad inicial del juego tuvieron su origen en la aversión al cambio que se propusieron imponer los intereses creados dentro y fuera de las estructuras del Estado.
Allí está, al respecto, el anquilosamiento de los aparatos de seguridad y justicia, en paralelo al desarrollo del gran poder de sus contrapartes criminales. Y allí están las atrasadas estructuras burocráticas de la mano de sus respectivas clientelas remisas a evolucionar, desde los monopolios privados al sindicalismo magisterial.
De allí la expectativa de que la cabeza del equipo, con su nueva alineación, sorprenda con una clara recuperación de la iniciativa transformadora en este segundo tiempo, a la vez que muestre una estrategia eficaz para contener las embestidas de las resistencias al cambio que suelen incrustarse en los procesos de transformación.
Fuego cruzado. En este punto, habrá que meter en el cálculo el fuego cruzado al que estará sometida esta recuperación de la iniciativa. Desde adentro del conjunto, por burocracias administrativas diseñadas para atascar los avances del equipo en la instrumentación de cambios que no comprenden o les despiertan desconfianza y temor. Y desde este mismo bando hay que agregar las agendas de las burocracias políticas, dispuestas a las deslealtades más infames a partir de los minutos finales del partido.
Desde el otro bando, los fauls se mantendrán a cargo de los intereses que se preparan para revertir las reformas que los afectan. Desde luego dispararán intermitentemente contra la portería gubernamental los prospectos de oposición, con vistas a la elección del final del partido. E incluso no hay que perder de vista el activismo de graderías echada a andar por un sistema de medios con proclividad a canalizar obuses preparados, no en sus redacciones, sino en las fuentes interesadas en decidir el partido con proyectiles mediáticos contra el equipo contrario.