No se es de donde se nace
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Verónica Razcón Córdoba, periodista y conductora de noticieros y documentales nacida en 1946 en Naco, Sonora, fue además activista social y promotora cultural. Su talento, voz y presencia cálida la hacen una de las personas más admirables que he conocido.
De 1993 a 1999, durante la gestión administrativa del ex gobernador del Estado de Tlaxcala José Antonio Álvarez Lima âde quien fuera su esposaâ, doña Verónica se desempeñó como primera dama y directora del sistema DIF.
Cuando la conocí en 1994 no sabía de la prominente carrera profesional que había desplegado desde que fue alumna de la Facultad de Comunicaciones de la UNAM colaborando en los medios Ultimas Noticias y México Press Service, época en que formó parte de la agrupación Mujeres en Acción Solidaria (1968-1973).
Fue una mujer hermosa, pero su inteligencia estuvo antes que su aspecto físico. Laboró en Canal 13 entre 1973 y 1977 como conductora de series periodísticas y titular de noticieros, luego trabajó en el Departamento de Difusión Cultural en la SEP entre 1980 y 1982 cuando no existía Conaculta. Encabezó el Fideicomiso de Teatros de la Nación en el IMSS.
Pero su mejor papel fue el que tuvo en Tlaxcala apoyando a la población de la base de la pirámide social y a mujeres con cáncer realizando paralelamente una actividad de promoción cultural nunca antes vista. Murió el 29 de noviembre de 2001 apenas de 55 años.
Su esposo la idolatraba. Cuando en 1997 los invité a visitar Bustamante Nuevo León para recibir la Medalla Xicoténcatl el entonces gobernador me citó sólo para exigirme que tratara a su mujer como a una reina porque él no podría acompañarla.
Desconocía que la notable mujer padecía cáncer y luchaba calladamente por su salud. En algún momento de esa visita me dijo ella: No se es de donde se nace, sino de donde por el pueblo se hace.
Detrás de esa frase estaba lo que ella experimentaba y que algunos otros experimentamos al no haber nacido en una comunidad pero sentir que somos de ahí mismo involucrándonos en mente, cuerpo y alma a su desarrollo sin que medie un acta de nacimiento.
En su último informe Álvarez Lima dijo: Nada de lo que he realizado podría haberse llevado a cabo sin el talento y la voluntad de mi esposa Verónica. Todo ha sido soñado, planeado y evaluado con ella. Lo bueno fue por su persistencia. Lo mediocre por mis limitaciones.
Doña Verónica Razcón Córdoba antes de fallecer tomó la decisión de que sus restos mortales fueran depositados en el panteón de Huamantla, Tlaxcala, el lugar que tanto amó.
El 28 de abril de 2008 en un coloquio en el Archivo de Historia del Estado de Tlaxcala que dirigía mi querida amiga Milena Koprivitza me sorprendió ver allí el busto en bronce de Verónica Razcón. Milena me explicó que Álvarez Lima decidió que no fuera sobre su persona el busto que tradicionalmente se hace de los ex gobernadores, sino sobre su mujer.
Yo no nací en Bustamante Nuevo León ni tengo ascendentes familiares allí pero desde 1984 estoy involucrado con esa importante comunidad multicultural y les comparto que en 2012 su Cabildo me hizo entrega de un documento que me acredita como hijo adoptivo.
Mis raíces sanguíneas están en la Villa de Santiago del Saltillo (hoy Saltillo), en la Hacienda de Patos (hoy General Cepeda), en Santa María de las Parras (hoy Parras de la Fuente), en Torreón, en Parral Chihuahua y en Marín Nuevo León, antes Hacienda de los Martínez. Este texto lo escribí en Parras Coahuila, lugar de origen de mi familia paterna.
Independientemente de donde se haya nacido considero que hay que participar en las soluciones ambientales de los sitios que lo requieran. El sábado pasado visité Cuatrociénegas municipio en el que he dirigido talleres de participación ciudadana y que hoy día tiene que resolver la grave problemática del manejo de sus aguas residuales.
Sé es de donde se hace, como lo decía doña Verónica Razcón. Por ello honro su memoria y pongo en valor a quienes apoyan comunidades donde no han nacido. Conozco a muchos.