- 22 abril 2024
Consideraciones sobre el espacio
COMPARTIR
“A través de la fe, el arte y la belleza, desafiamos la entropía, el deterioro y el olvido”. - Juhani Pallasmaa.
El espacio es la materia prima del arquitecto, más allá de los elementos, maquinaria o equipo disponibles, el clima, o el contexto; lo primero a lo que un constructor se enfrenta y debe considerar es a este concepto. Espacio proviene del latín spatium que se refiere a la materia, terreno o tiempo que separa dos puntos, es decir, que puede ser un espacio temporal o físico. Cuando se decide crear un edificio, sea cual sea su tamaño o función, esta es la principal consideración y visualización de quien lo hará. A los arquitectos nos enseñan a trabajar y moldear el espacio, el exterior y el interior, en un lugar determinado, en un periodo de tiempo que a su vez se traduce en recursos económicos muchas veces limitados, pero también en una época específica. La arquitectura ocupa el espacio y el tiempo, asimismo, es un repositorio de costumbres, modos de mirar, gustos y ocupaciones. Esto desde que se planea en un papel; puntos, líneas y planos en dos dimensiones que, si todo sale bien, se convertirán en volúmenes que delimiten y congreguen espacios en tres dimensiones. Ideas intangibles que se convierten en algo concreto y tangible, capaz de moldear y encauzar la vida de quienes los habitan.
Los seres humanos, a su vez, también ocupamos un tiempo y un espacio. Al igual que la arquitectura, somos finitos. El espacio no. Este se reutiliza, se recicla y se reinventa según el tiempo de vida de cada elemento, sus propiedades y su contexto; humano o no. Sin embargo, nuestra fecha de caducidad como habitantes es mucho más corta en general. La arquitectura nos sobrevive, es un testigo en tres dimensiones de que alguien más estuvo ahí, con sus gustos y aflicciones, sus luchas y esfuerzos que se ven plasmadas de manera concreta en los lugares y sus intersticios. A diferencia de los animales, cuya arquitectura está basada en el mismo principio que la nuestra -sobrevivir, guarecerse- los seres humanos trasladamos a nuestras creaciones, ya sea en el arte, en el diseño o en la arquitectura, nuestra forma de ver el mundo; creencias, herencias y cotidianidades.
La función para la cual fueron creados los espacios marcan una pauta en su tamaño, forma y disposición pero también, los elementos accesorios como los materiales, colores o formas utilizadas son un reflejo de estos gustos pero también son señales de nuestro interior, signos que nos trascienden precisamente en tiempo y en espacio. Guy Debord, le llamaba a nuestra realidad actual “la sociedad del espectáculo”, la arquitectura en algunos casos, está sujeta a la moda y al entretenimiento visual, buscar la estética o la belleza es loable, sin embargo, hemos olvidado que -como mencioné- somos finitos, y las generaciones venideras tendrán que lidiar con nuestros absurdos o copiarán y adaptarán nuestros aciertos. La cultura se refleja en nuestros espacios; Pallasmaa dice que la tradición forma parte de nuestra cultura y como tal, es una fuerza que une y que disminuye la velocidad del cambio, pero también fusiona y adapta la invención individual con la colectiva en un periodo de tiempo, por medio de la pertenencia a un grupo o a un lugar.
A través del espacio es posible comunicar nuestra cultura; en un lienzo, en un tejido o en un muro por medio de materiales, colores y formas, símbolos que muestran y reflejan nuestro presente y que está suscrito a nuestras memorias. Memorias que trascenderán; de ahí la importancia del modelado de estos espacios, de ahí su magnitud. ¿Qué espacios públicos o privados heredaremos a las siguientes generaciones? ¿son espacios que consideran la cultura y las tradiciones que nos dan identidad y nos permiten pertenecer? ¿logramos como proyectistas, desarrolladores, constructores, crear espacios que consideren a sus habitantes y prolonguen su existencia? ¿serán sujetos -estos espacios- de convertirse en su patrimonio?
Encuesta Vanguardia
$urlImage