Factores financieros positivos, y no tan positivos
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Esta semana inició con importantes alzas en el indicador principal de la Bolsa Mexicana de Valores, rebasando los 55 mil puntos, un récord que apunta a tener un año de bueno a muy bueno en rendimientos. Las tasas de interés van al alza, buenas noticias, para los ahorradores y nada buenas para los deudores. El tipo de cambio se mantiene muy cercano a los 20 pesos a la venta y la banca comercial anuncia a todo pulmón que tiene dinero suficiente para prestar a quien lo necesite. Parecería una fiesta para los ejecutivos financieros y dueños de empresas del sector que ven con buenos ojos lo que está pasando. Sin embargo, esto puede ir en sentido contrario en cualquier momento.
La explicación, para los buenos resultados en el ámbito financiero, inicia con el hecho de que una parte de la inversión extranjera que estaba en Rusia, se ha venido a refugiar a México, principalmente en la parte de deuda empresarial. Los efectos no esperaron para hacerse sentir. La Bolsa Mexicana de Valores muestra resultados sorprendentes, pese a la inflación que prevalece y que pudiera mandar un mensaje de complicación en los mercados. La banca comercial ha visto una llegada inusual también de fondos que le proporcionan mayor liquidez y que ayudan a que sus tasas de interés no se disparen pese a que la economía no marcha tan bien como se esperaba.
Los depósitos a la vista en el mes de febrero aumentaron más del 10 por ciento, la Bolsa Mexicana ha ganado poco más del 5 por ciento en cuatro días y las tasas de interés comerciales se mantienen en promedio en un 36 por ciento anual, pese a presiones inflacionarias y a la baja en la expectativa de crecimiento económico para México a sólo 2 por ciento en el producto interno bruto anual, lejos de ese 4.1 por ciento dado a inicios de año, o del 5 por ciento que dijo el Presidente en un día de buenos resultados como los estamos teniendo ahora. Hay que dejar en claro que la situación económica no ha cambiado pues sigue la inflación en niveles record de 7.2 por ciento en México y 7.49 por ciento en Estados Unidos; la interrupción en las cadenas de suministro (energéticos, alimentos y químicos) se mantiene a nivel mundial y habrá que agregar que la falta de petróleo y gas LP está afectando de manera notable la economía mundial. Ya entramos de lleno a la cuarta semana de la guerra y no hay todavía una víspera de que llegue a su fin.
Esto también está generando oportunidades para México en dos grandes rubros, que la verdad no se esperaba y pudieran ser un paliativo para los problemas generales de nuestra economía. Por un lado, empieza a haber un proceso de relocalización a nivel mundial de empresas manufactureras. Con el conflicto en Ucrania, un número no determinado de organizaciones han empezado a salir no sólo de la zona del conflicto, sino de otros tantos lugares con la finalidad de estar más cerca de los clientes, a pesar de que las nuevas localizaciones no sean más baratas para producir. Esto se está haciendo para tener un mayor control de las operaciones y menos vulnerabilidad en caso de inestabilidad social o política en esos países o en otros cercanos. Por el otro lado, dadas las condiciones de los costos y problemas con la logística (por combustibles y problemas geográficos derivados del conflicto), lo mejor es el sistema “nearshore”, esto es, estar cerca de la gente con el producto y reducir de esta forma, cualquier descontento en el cliente. Ese sistema traerá como consecuencia un mayor número de empleos, sobre todo a los estados fronterizos con Estados Unidos ya que se vendrán a México empresas de capital norteamericano que están en China actualmente. Detalle que hace mucho sentido ante la expectativa de una escalada en el conflicto del este de Europa.
Habrá que reevaluar la forma en que se están dado las cosas para México allá en el este de Europa. Por ejemplo, tendremos que aceptar más inflación por los aumentos de los precios de los energéticos, pero a cambio tendremos más empresas y por consiguiente empleos y salarios de nivel internacional. Sin embargo, esto incrementará nuestra dependencia de la inversión extranjera, que con políticas públicas correctas, permanecerá con nosotros mucho tiempo. No sólo hay oportunidad para fabricar o programar microprocesadores (como ya estamos empezando a hacer) sino también en acero y níquel, ambos para la industria automotriz. El petróleo mexicano podría resurgir en caso de que la invasión se mantenga por años, cambiando totalmente la estrategia nacional, ahora sí, como en los años setenta, a una dependencia mayor del 40 por ciento en el petróleo como parte del presupuesto nacional.
Aunque el déficit comercial con Estados Unidos llegó a poco más 6 mil millones de dólares en el último dato reportado, el más alto en dos años, las oportunidades comerciales para México irán en aumento. Ahora más que nunca está claro que hay una reorganización del sistema económico del mundo debido a la guerra de Ucrania y Rusia. Una guerra, porque ambos países se están atacando, ya no sólo es una invasión como argumentan los que saben de política mundial. Las oportunidades para nuestro país empiezan a surgir y se tienen que aprovechar. La reorganización de los recursos empresariales del mundo, tendrán como destino México. Lo mejor es que los inversionistas internacionales lo están viendo y lo están demostrando con su confianza al traer sus muchos millones de dólares a nuestra Bolsa de Valores o nuestros bancos. Lo que debe seguir es una estrategia para que ese dinero se transforme en empleo e impuestos para que los que menos tienen accedan a las bondades de esta nueva transformación, que no es la cuarta que quede bien claro, es la primera del nuevo mundo pospandemia y posguerra. Habrá muchas más hasta que se encuentre el nuevo rumbo del progreso mundial.