La libertad, el vigente canto
de Joan Manuel Serrat
Han sido palabras de libertad, de esperanza, de denuncia, de dolor. Joan Manuel Serrat le ha cantado a la vida, a la mujer, a los caminos, a la fiesta, a los niños, a la nena que se va de casa, a los pueblos, a las pequeñas cosas.
Hace unos días anunció que se despedirá de los escenarios al término de una gira que comenzará en abril en Nueva York y concluirá en diciembre del año 2022. Vendrá a ser un recorrido por América Latina, donde su voz ha sido escuchada con ternura, emoción y devoción.
Nacido en la costa del Mediterráneo, la imagen de este mar, su infinito paisaje, le ayudará a sostenerse para poder enfrentar con valentía la dictadura de Franco. Ya en casa, ya lejos del hogar. Muy lejos: en la otra España. El mar que le llenó la mirada. Se hizo poeta. Una vez compartió que su timidez le invitó a tomar como compañera a la guitarra. No se separaría de ella ni de las palabras poderosamente bellas de la poesía.
Serrat está presente en el terruño y en el hogar. Sus canciones nos hablan de afectuoso apego. En la niña que se va de casa; en los hijos pequeños que se nos parecen. Está la melancolía de pueblos blancos que se van quedando iguales; en el Cristo de estos pueblos al que prefiere ver como el de los Gitanos, y no en el madero; está la alegría de la fiesta, en donde todos conviven igual, en las mismas calles, en las mismas aceras, hasta que... la fiesta llega a su término y todos han de volver a las rutinas de siempre y en las mismas formas de ser...
La dictadura de Francisco Franco, la libertad prohibida, lo empujó al exilio. Fue acogido amorosamente en nuestro País y en más naciones de América Latina. Tuvo tanto que decir: sus canciones llegaron como un viento fresco a nuestros hogares.
Representaban un ancla en medio de la desesperación. Los tiempos eran, también de este lado del Atlántico, ominosos. En Chile, cuenta la secretaria de Salvador Allende, el mandatario cantó “Tu nombre me sabe a hierba”, de Joan Manuel Serrat y versos de Antonio Machado, en las últimas horas de su vida, en su coche y en su oficina. Estaba ahí el golpe de Estado de Augusto Pinochet que terminaba con la existencia del presidente.
Cuando Serrat vibra de emoción con “Cantares” seguimos los pasos y caminos del poeta Machado, arrojado de su patria y muerto en Francia. Nos conmueve la claridad de su voz, la transparencia de los versos y el dolor de un pueblo sojuzgado. La dictadura lanzaba fuera las voces disidentes. Machado las representa a todas y Serrat nos entrega en su canto su memoria. El poeta peregrino que hace camino al andar, golpe a golpe y verso a verso.
Cuando Serrat canta a la libertad, lo hace por todos. Son ahora los versos de Miguel Hernández, también disidente, también encarcelado, también muerto. Para ella, para la libertad, “sangro, lucho, pervivo”. Es un canto enorme. Es la libertad, que aun cuando se intente segarla, volverá a retoñar. Y pondrá, como dice el poeta, en dos cuencas vacías, futura mirada. La esperanza siempre. Por la libertad, la lucha; por la libertad, la vida.
Los cantares de Serrat nos acompañan. Cantares tan llenos de ternura, justicia y esperanza. Tan vigente ahora como entonces, el espíritu de sus letras ha de permanecer tanto como los valores que enaltece. La libertad: la de tránsito, la de religión, la de expresión. En toda su extensión. Que no se olviden de ello los gobiernos.