La rectoría y la UAdeC
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Gente amable como usted la cual hoy me lee, me preguntan de un detalle, ¿llegó el doctor Víctor S. Peña a nuestro encuentro de almuerzo por Navidades el pasado 24 de diciembre? Con la fortuna de Dios, sí, sí llegó. Raspado y apenas, pero llegó. ¿Cuánto tiempo lo iba a esperar en caso de que tardase o de plano, no llegase? No lo sé. Lo esperaría por siempre de ser preciso. La amistad es algo para la eternidad, no así el amor el cual el mismísimo padre de esto llamado amor occidental, Publio Ovidio Nasón dijo lo siguiente en “El arte de amar”. Lea su idea seminal: “amar es cruel... y enferma”. El amor es una enfermedad. No pocas veces, mata.
Pero, la amistad es otra cosa. ¿Quién lo dijo? No puede haber amistad entre personas malas. Y don Víctor S. Peña es tan bondadoso y generoso, como otros de mis amigos los cuales me dispensan su amistad sin límite alguno. ¿Yo soy al menos mínimamente bueno? Si no lo soy, trato de intentarlo. Lo pretendo y no faltar en nada al otro: asistir al próximo, al prójimo; al vecino, al amigo en aprietos, a la mesera en perpetuo apuro.
Sí señores, sí llegó el abogado Peña Mancillas a nuestro encuentro anual y aquello fue una fiesta. Abrigado hasta los dientes, reímos de buena gana por el buen atuendo de esquimal de don Víctor. ¿Cuánto tiempo estuvimos charlando de todo y de nada y actualizando nuestras mutuas vidas? No lo sé. Lo bien cierto es que la mañana se hizo tarde y allí seguíamos.
A mitad de res de la charla, Víctor Peña lo soltó en la mesa con la sonrisa de sus mejores días: “Gracias como siempre por el texto y la dedicatoria profesor, sólo hay una cosa: nunca voy a ser Rector de la Universidad Autónoma de Coahuila, porque de hecho, ya me voy...” La aseveración era un verdadero acertijo. Pues sí, de hecho sólo llegó a cumplir compromisos familiares aquí con sus dos familias, descansar un poco con su esposa y bellas hijas y luego, de nuevo a Hermosillo. Pues sí, ya se iba y se fue.
Pero, soltó la segunda parte de su discurso. Pero antes de contárselo aquí, en la columna pasada le dije que las autoridades universitarias de la UAdeC deberían formar una comisión ex profeso, partir en viaje a Hermosillo, pedir cita y audiencia, entrevistarse en la oficina con el doctor Peña Mancillas y rogarle, ofrecerle la Rectoría por el próximo periodo que se avecina en el calendario. Ofrecerle humildemente la Rectoría y contarle de sus bondades, y darle una y otra vez las gracias si acaso acepta.
Pero, don Víctor me soltó como se cuenta un chiste o una travesura literaria: “Ya me voy el próximo año profesor (este 2023). Dejo Hermosillo no sé por cuánto tiempo, me voy a la Universidad de Arizona”. Brindamos ruidosamente con nuestro café mañanero y lo felicité ampliamente. Lo anterior me recordó un buen diálogo de una película mexicana de las inolvidables del genial Mario Moreno “Cantinflas”, es en la cinta “Un caballero a la medida”.
Cuando el millonario se lleva a una mejor vida al vagabundo de “Cantinflas”, lo lleva a una cena portentosa con champaña y toda la cosa, viandas interminables de manjares y damas enjoyadas y engalanadas. Es cuando el amigo millonario le suelta: “Voy a atender a mi esposa”. A lo cual el genial “Cantinflas” le revira en un segundo: “¿Cómo? ¿Trajo usted esposa habiendo tanto canapé?
Esquina-bajan
La analogía es perfecta: ¿para qué o por qué habría de quedarse el abogado don Víctor S. Peña en Saltillo, en Coahuila, en Sonora o en el país de chocolate llamado México, cuando hay mucho canapé para comer en el mundo, donde lo valoran por su talento, sapiencia, disciplina y trabajo demostrado? Corrían los tiempos negros de Rubén Moreira en la gubernatura y a través de sus esbirros y mozos, Peña recibía mensajes no amigables, fue relegado una y otra vez. Tanto talento era peligroso para el equipo de enanos de Moreira. Aplicó en Sonora en el Colegio de Sonora y hoy vive a todo tren allá. Recibiendo ofertas de trabajo de todo el mundo. Una de ellas la cual ya aceptó por lo pronto, en la Universidad de Arizona.
Pero, parte del punto medular es lo siguiente: en el año 2024, ya cuando haya nuevo Gobernador en la entidad, habrá elección para la Rectoría de la UAdeC. Se habrá de elegir el relevo de mi amigo, Salvador Hernández Vélez. A quien le tocó los días, meses y años aciagos de la pandemia del virus chino. No pocos problemas tuvo que sortear Hernández Vélez. La inminente deserción escolar, la muerte de profesores y colaboradores, incluir a casi toda la Universidad en eso llamado “educación a distancia”, mantenimiento de la infraestructura material y un largo, largo etcétera.
A don Víctor S. Peña quien me contó también que su primera novela está encaminada para su edición, lo vimos en texto pasado, ni le va ni le viene la Rectoría de su Alma Mater. Habiendo tanto canapé en el mundo, no tendría por qué quedarse en el vecindario a comer tacos en “Los Pioneros” con café. Pero, la Rectoría es fundamental para el desarrollo y elevar el nivel educativo y cultural en Coahuila. Ya me acabé el espacio pero hay tres candidatos seguros: el hombre de pulso firme y brazo fuerte, Jorge Alanís. El abogado Alfonso Yáñez y el Secretario General.
Letras minúsculas
Espere usted aquí un díptico al respecto. ¿Usted con quién simpatiza?