Las caras de la pandemia
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En Chiapas, la fiesta de San Sebastián Mártir representa su feria más grande y se celebra del 8 al 23 de enero de cada año. Esta expresión popular parece estar por encima de la pandemia, pues en los últimos días la gente ha salido a las calles para bailar y cantar sin el menor cuidado hacia el virus que ha renovado su presencia con miles de contagios. Por ello me alegra que las autoridades de Tuxtla, Gutiérrez, y pueblos mágicos chiapanecos como Chiapa de Corzo, San Cristóbal de las Casas y Comitán de Domínguez hayan suspendido ya sus actividades masivas. A quien más dolió fue a la gente de Chiapa de Corzo porque en este fin de semana se daba lugar a su fiesta más emblemática. Yo cancelé mi viaje para ir allá.
La señora cronista de Tuxtla Gutiérrez, doña Rutila Mejía, ya me había comentado que en Chiapas, según los parámetros nacionales, el semáforo de la pandemia estaba en verde, pero que más bien, a su vez, era rojo con cubierta verde.
En cada región de nuestro País, en nuestra ciudad o en el pueblo en el que vivamos, conocemos la realidad más allá de las estadísticas oficiales. Sabemos de personas que han sido portadores en dos ocasiones del virus.
En lugares de la Unión Americana, como el estado sureño de Tennessee, están vacíos los anaqueles de muchos productos alimenticios. Espero que no se multiplique esto y ocurra en países de Latinoamérica, aunque afortunadamente los latinoamericanos en general somos menos consumistas que los norteamericanos.
En la región norte del País, en donde la carne asada nos distingue como punto focal para nuestras reuniones sociales, las cosas son bien distintas; filas y más filas de personas afuera de laboratorios y establecimientos para realizarse pruebas para saber si han contraído o no Ómicron, el nuevo rostro de la pandemia. Si esta variante de la enfermedad es como una gripe para los que ya se hayan aplicado las vacunas (incluyendo la de refuerzo), ya ha causado la muerte de muchos, como es el caso del respetable cronista de Villa de Mineral de Bustamante, Tamaulipas, don J. León Rodríguez Zúñiga, quien fuera un importante líder de opinión gracias a sus programas de televisión.
Seguimos aprendiendo de las distintas caras de esta pandemia que, de acuerdo con el proceso desde que surgió, podría transformarse en una endemia con la que tendríamos que coexistir siempre.
Lo que hay que hacer es elevarnos como entes solidarios iniciando con las personas que integran nuestra familia núcleo y nuestra familia ampliada. No abandonemos a los ancianos de nuestro alrededor, ellos tienen especial miedo ante las circunstancias en las que vivimos.
Hagamos un mapa del entorno de nuestra vivienda para repasar datos sencillos, pero iluminadores, como la existencia de vecinos que vivan solos o matrimonios entrados en años sin compañía de hijos para llamarles y hasta visitarles.
Siempre tendremos distractores endógenos como el estado de nuestras finanzas, y exógenos como las calamidades que surgen con eventos de la naturaleza
como el reciente tsunami en California y el aviso preventivo del día de ayer que las autoridades del Estado de Guerrero hicieron a los presidentes municipales, a los navegantes y a los turistas por los cambios en el nivel del mar y corrientes inusualmente fuertes que podría haber en las zonas costeras del océano Pacífico.
Que bueno que en el noreste mexicano no tiembla −sólo cuando hay comicios electorales−, o acaso existen los pequeños temblores que genera la explotación del gas shale.