Las voces que quiero oír
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Si tú pudieras verte como yo te veo, sabrías que todo va a salir bien. Tal vez no saldrá como tú pensabas, pero serás un éxito
Hay voces que me consuelan. “Ánimo”. “Todo va a salir bien”. “Se va a poner bien, no te preocupes”. No sé precisamente por qué algunas voces me calman tanto. Sé que las voces que advierten no me ayudan mucho. Me gustan las voces que proponen, las que me dicen como sí se pueden hacer las cosas. “No te preocupes, yo me encargo”. Recuerdo haber escuchado a un maestro decir que lo que más deseamos que nos de el mundo, los demás, es lo que más tenemos para ofrecer.
Yo puedo ver en otros sus posibilidades. Veo lo que otros podrían ser y hacer si quisieran o si pudieran o si decidieran. Quisiera que se pudieran ver a través de mi mirada (aunque tampoco sé qué es lo que hace tan especial mi mirada). Eso es mentira, sí sé. Pasé tantos y tantos años mirándome con ojos críticos y visión distorsionada que en el momento en que empecé a escuchar a las otras voces, las voces que tenían miradas amables y amorosas y admirativas, mi propia visión comenzó a cambiar. Cambió como me vio y como te veo.
Si tú pudieras verte como yo te veo, sabrías que todo va a salir bien. Tal vez no saldrá como tú pensabas, pero serás un éxito. Ya lo eres. Me gustaría que tú pudieras escuchar las voces que te hacen bien, las que te consuelan, las que te animan. Cuando escuchamos las voces que nos admiran, sonreímos lindo. Esas sonrisas que iluminan el mundo. Te he visto.
Si tú pudieras verte como yo te veo, te verías hermoso/a. Sabrías que a pesar de cualquier cantidad de “defectos” estás bien, así como eres.