Los años pasan, suceden cosas, nos tiñen y nos completan las experiencias de una vida en constante cambio
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Esta semana falleció el hermano mayor de uno de mis mejores amigos. Mi amigo tiene 78 años, y reflexionaba que su hermano y él “casi” habían pasado un siglo juntos. El paso del tiempo me asombra. Yo cumpliré 67 años en mayo, la edad en que murió mi mamá. No creo estar cerca de la muerte o, mejor dicho, no siento a la muerte cerca de mí, pero creo que los años de mi madre fueron cortados. Si no fuera por sus enfermedades, diría que perdió una buena parte de su vida. Mi padrastro tiene ahora 92 años. Cuando arrancaba la pandemia, él repetía mucho, “Nunca he visto nada así en toda mi vida.” Le decía yo que, si él no había visto nada así, ¿qué podríamos decir los demás que tenemos muchos menos años que él?
Nací en 1956. En mi vida he visto el surgimiento de la televisión a colores, teléfonos móviles y celulares, computadores de escritorio y portátiles, teléfonos “smart”, televisión de paga, luces LED... De niña vivía en Detroit y cada año íbamos al Car Show donde mostraban los nuevos modelos para el año que seguía y también exponían coches futurísticos. Les aviso que ya rebasamos todos los modelos que vi como coches del futuro. Si mal no recuerdo, el último que vi parecía mucho a un Ford K, y ya vamos en Tesla.
Los años pasan. Recorre los años de tu vida, recordando cosas y detalles de la niñez y juventud. Toma un paseo por lo que has visto y vivido, tu historia personal y la historia del mundo. Los cambios en tu ciudad y tu país. Yo no creo que los tiempos pasados eran mejores. Simplemente no lo compro. Aunque si observo a mi amigo en estos días, recordando a su hermano vivo y necio, recordando los viajes que hacían y las cervezas que tomaban...sí, esos tiempos traían un placer que no volverá.
Antes de la pandemia, yo era más activa. Salía más, era más “alegre”. Hoy tengo la tarea de volver a salir, pero ahora tengo que salir siendo de otra manera. Me he dado cuenta del dolor de la vida. Me he dado cuenta de la tristeza que he cargado y padecido. Esta semana, cuando salgo, saldré con el dolor y la tristeza incorporados a mi ser. Dice mi terapeuta que saldré más completa.
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