Nuestras necesidades reales (como la pertenencia) están escondidas debajo de ideas y emociones que usamos como estandartes de vida
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Después de días de calorcito y clima medianamente agradable, hoy, el día en que me he sentado a escribir, hace frío. Eso me puso a pensar en la guerra eterna entre “team frío” y “team calor” y reflexionar sobre la importancia de pertenecer. No intenten seguir mi lógica, es un proceso peligroso y muy confuso. Ser reconocida por e incluida en grupos y lugares se siente bien y aligera la soledad, para quienes nos sentimos solos ante la vida en general. Un “te amo”, una invitación, un cumplido, un “estoy de acuerdo contigo”, un “me gustaría verte”, un “te acompaño un rato”, un “te traje unas gomitas”, un “¿se te ofrece algo?” Todo eso nos habla de que otra persona nos ha visto y nos incluye en sus pensamientos e intenciones.
He conocido a muchas personas, yo incluida, que decimos estar muy felices en nuestra soledad, y es verdad que nos agrada vivir solos y ser bastante independientes. Pero, de eso a buscar vivir en soledad, hay una diferencia. Hoy pensé que quizás eso es lo que provoca que armemos equipos hasta por temas de clima, y nos juntamos a defender nuestra preferencia hasta con insultos. Considerando la historia de la humanidad, es un milagro que no ha habido una guerra provocada por este tema. Creo que sí existirá alguna que tuvo un origen similar.
Me acordé de pronto de un “chiste”. Un sacerdote católico, un rabino judío, y un pastor protestante entran a una cantina... Se sientan los tres a tomar unas copitas y a platicar animadamente de sus planes para el período vacacional. ¿Seré muy idealista al pensar que eso sería posible?
Confieso que apenas me he dado cuenta de mi necesidad de pertenecer y de estar acompañada. No deseo vivir con alguien. Me contemplo territorial e irritable. Siempre me ha quedado claro que quiero reconocimiento, pero no sabía que mi necesidad real es otra. Necesito la presencia de otros en mi vida, aunque les guste el frío. Es buena práctica cuestionarnos y buscar debajo de nuestras piedras mentales y emocionales para encontrar nuestras necesidades reales. Solo así podremos satisfacerlas y dejar de pelearnos por el clima.
Encuesta Vanguardia
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