PERSPECTIVAS 2023: RETOS Y OPORTUNIDADES
COMPARTIR
TEMAS
Los riesgos que puede enfrentar la economía mexicana en este año 2023 son de corte externo, sin embargo, se observan oportunidades y dependerá de ciertas decisiones internas.
Elevadas tasas de interés en Estados Unidos actuales en 4.25 por ciento y proyectadas en 5 a 5.25 por ciento este año, para contener el crecimiento de precios, tendrían impacto negativo en la inversión directa en ese país, lo cual reduciría sus importaciones y afectaría negativamente exportaciones de México, país con más intercambio comercial, junto con China y Canadá.
En la Unión Americana se puede presentar crecimiento negativo tres trimestres consecutivos, es decir recesión, con impacto negativo en la economía mexicana; sin embargo, se prevé que dicha caída en el PIB sea moderada y que para el tercer trimestre próximo se reanude la recuperación con crecimiento económico entre 1 y 1.5 por ciento anual que favorecería la economía mexicana. Además, el empleo sigue al alza y, aparte, la Cámara de Representantes recién aprobó mil 700 millones de dólares para el “paquete verde” del gobierno, lo cual compensaría la caída en inversión privada en el vecino país.
De presentarse una eventual desaceleración en la economía estadounidense, se reduciría el volumen de remesas que ingresan a nuestro país, pero aun así esta entrada de divisas será parte importante de la actual fortaleza del peso, lo mismo que inversión extranjera directa que continúa al alza, venta de petróleo y diferencial a favor de tasas de interés respecto a otros países.
En la guerra de Rusia contra Occidente no habrá negociación en el corto plazo, así, la inflación global continuará, aunque en menor intensidad por acuerdos entre países para abrir rutas de distribución de alimentos y la paulatina reducción de precios de gas, petróleo y fertilizantes.
Al menos hasta el final de 2022 la inflación en nuestro país se ha contenido en la mayoría de productos componentes de su medición –aunque no en todos los alimentos–, de tal manera que se prevé que, por lo menos, se frene también el ritmo de alza en tasas de interés pasivas –al ahorro– por parte del Banco de México, lo cual apoyaría la inversión directa y el empleo formal. Asimismo, continuarán subsidios a las gasolinas y diésel para sostener la contención de incremento de precios.
En pospandemia, las cadenas de producción y distribución globales no se han reconstruido totalmente, inclusive el rebrote de COVID-19 en China amenaza bloquear dichos eslabonamientos. Sin embargo, se rediseñan estrategias para acercar la inversión a regiones geográficas con menos costos y más próximas a centros de producción final y de más consumo, (nearshoring) como es el caso del norte de México para Estados Unidos y Canadá.
A esta oportunidad de “relocalización” de corto y mediano plazos, debe corresponder infraestructura productiva necesaria, capacitación y especialización de mano de obra acorde a las necesidades de inversión, infraestructura urbana para eventual migración por demanda laboral de las empresas, facilidades administrativas y desregulación, seguridad pública, entre otros aspectos.
Perspectivas 2023: inflación crecerá a menor ritmo entre 5.5 y 6.5 por ciento; tipo de cambio entre 20 y 21.5 peso-dólar: tasa de interés pasiva alrededor de 11 por ciento; déficit moderado en balanza comercial; desempleo, 3.5 por ciento, y producto interno bruto de 1.5 a 2 por ciento.
El panorama económico no es gris, ni las perspectivas para este año son tan inciertas. Aun con riesgos exógenos se presentan retos, con oportunidades propicias y aprovechables, con finanzas públicas sanas –incluida la deuda federal–, pertinentes decisiones en el Banco Central, aprovechar condiciones del T-MEC sin arriesgar soberanía nacional y fortalecer relaciones con América Latina, pero las oportunidades también dependen de estrategias integrales de gobiernos estatales para atraer inversión directa.
Contrario a reconocidas declaraciones locales, a reserva de que la recaudación federal se ha incrementado anualmente –inclusive en tiempos de pandemia–, e independientemente de participaciones del presupuesto federal, la coyuntura para el Estado de Coahuila es de inversión, empleo y crecimiento.