Braulio Fernández Aguirre: representante que no representa

Politicón
/ 15 enero 2016

La pregunta es sencilla: ¿para qué elegimos los ciudadanos a un representante? La respuesta es igualmente simple: para que nos represente y tome decisiones en nuestro nombre, decisiones que deben estar orientadas a garantizar mejores condiciones de vida para todos los miembros de la sociedad.

En otras palabras, cuando elegimos a un representante popular, los ciudadanos no decidimos con nuestro voto quién, de entre los aspirantes al cargo, tendrá la posibilidad de acceder a una vida de privilegios en la cual lo relevante sea su beneficio personal en primera instancia.

Lejos de tal posibilidad, lo que estamos haciendo al votar por una persona es determinar el catálogo de compromisos que preferimos y esperamos ver cumplido a través de quien nos representará.

La diferencia entre una posibilidad y otra no es sutil y resulta indispensable tenerla clara y permanentemente presente, pues constituye la diferencia entre el ejercicio despótico del poder y la recreación de una democracia auténticamente representativa que le resulte útil a los ciudadanos.

El comentario viene al caso a propósito del reporte periodístico que publicamos en esta edición, relativo al auténtico récord que ha impuesto -en materia de inasistencia a sesiones- el senador coahuilense Braulio Fernández Aguirre.

Habrá quien alegue que las 51 faltas del legislador lagunero han sido “justificadas” debido a que su estado de salud es precario y ello le impide cumplir con sus obligaciones, razón por la cual no puede reprochársele el haber técnicamente “abandonado” su curul.

El problema es que la inasistencia al empleo por motivos de salud no puede constituir un “justificante” al infinito ni puede constituirse en exigencia para que los ciudadanos renuncien a la representación a la cual tienen derecho.

Y es que, al plantear que Braulio Fernández tiene derecho a faltar a las sesiones del Senado de la República tanto tiempo como su condición personal de salud se lo exija implica afirmar que los intereses personales del político son más importantes que los de la población de toda una entidad.

Tampoco puede alegarse que es indebido reclamar la inasistencia permanente del Senador por razones “humanitarias”, pues no estamos hablando de alguien que carezca de recursos económicos para atender sus dolencias. Y, en todo caso, si ése es el problema, que el Estado le ofrezca la atención que requiera en el sistema de salud pública.

Lo que resulta injustificable a estas alturas, es que Braulio Fernández siga recibiendo un salario por un trabajo que no realiza y, además, que con su actitud impida que alguien más realice la tarea de representación de los coahuilenses en la Cámara Alta.

A menos, claro, que la explicación sea que la curul ocupada por Fernández Aguirre no es necesaria, en cuyo caso habría que proponer su eliminación.

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