Escopeta dos cañones
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El Presidente Trump amenazó a México con una escopeta de dos cañones: impedir la migración y cesar el flujo de drogas hacia los Estados Unidos. Pudo decir seis meses o seis años, para el caso es lo mismo. Se ve más que difícil, por no decir imposible, que eso suceda.
Si México no cumple, el castigo será la imposición de aranceles a los automóviles, una de las grandes fuentes de divisas del país. Es un tiro en el mero corazón económico. Las consecuencias serían catastróficas.
Como creo que no vamos a cumplir, puedo pasar a comentar los supuestos en los que se basa la postura de Trump. El señor cree que tenemos un gobierno, y cree que el gobierno tiene control del país. Craso error.
México es un estado fallido por muchas razones. La primera es porque las leyes no se cumplen. No las cumplen los ciudadanos, ni las cumple el gobierno. Las leyes mexicanas son como estorbos a los que hay que sacarles la vuelta, pero las veredas ya están perfectamente delineadas.
También somos un estado fallido porque aún las instituciones que mejor funcionan producen resultados tan funestos como lo ha sido elegir con gran apoyo mayoritario a un presidente que tampoco cumple con las leyes. Somos el país de los hechos y no del derecho.
Somos un estado fallido porque los narcos dominan al gobierno y no al revés. Gracias al poder de las mordidas a todos los niveles, el negocio de las drogas sigue viento en popa. Los narcos tienen más poder que el gobierno. Y este gobierno ni la lucha le hace a componer el desorden.
México cambia de dueño cada seis años. Nuestro presidente no recibe un mandato, sino un regalo. Puede hacer con el país lo que quiera. Puede hacer con las personas lo que sea. Puede hacer con los dineros lo que le dé la gana. Poner orden no está entre los deseos del presidente en turno.
Lo último que nuestro actual Presidente va a hacer es dedicar recursos a tratar de capturar, juzgar y encerrar a todas las personas que hacen del narcotráfico un negocio redondo. El gobierno no tiene dinero suficiente para neutralizar a quienes envían droga a los Estados Unidos. Por eso el reto que nos impuso Trump lo considero perdido de antemano.
En cuanto a la migración, quizá por allí haya algo de defensa. Parece muy fácil cerrar la frontera con Guatemala. Sin embargo lo sencillo se complica porque va en contra de los sentimientos populistas del Presidente López.
Hasta ahora, en lo que va del sexenio, este gobierno ha hecho mucho para facilitar la migración hacia Estados Unidos. Ahora tendría que dar reversa, so pena de perder la industria armadora de automóviles. Sin embargo, ¿cómo meter en cintura a una burocracia que tiene años de brazos caídos?
El problema de la migración es bastante más complicado de lo que parece. Las leyes de los vecinos obligan a enviar a juicio de asilo político a cualquier unidad familiar que lo solicite, tan sólo con que pisen territorio americano. Los narcos aprovechan para hacer negocio utilizando niños para posar como familia.
Las leyes mexicanas ya las quisieran los vecinos del norte. Pero aquí las leyes están de adorno. Allá tan sólo en marzo procesaron a más de cien mil personas solicitando asilo. Les fijaron una fecha para un juicio que nunca ocurrirá por deserción del interesado ya instalado en alguna ciudad santuario.
El plazo de un año parece ser tiempo necesario para buscar la manera de rescatar la fabricación de automóviles en Estados Unidos.
México no tiene con qué responder a los Estados Unidos. No hay manera de plantear una contramedida. Ni modo con decirles que los dejaremos sin aguacates, o sin hortalizas.
Hoy como nunca, se requiere de una labor diplomática nunca vista. México y Estados Unidos tienen que negociar y negociar hasta lograr soluciones equilibradas para beneficio de ambos países. Vivir bajo la amenaza del escopetazo no es lo más productivo.
javierlivas@prodigy.net.mx