Historias horrendas (3)
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PRIMERA. “Del nuevo papel de la cultura coahuilense”. Maldito destino al que fue enviada la expresión cultural de Coahuila en este régimen de encargo al que estamos sometidos por el clan perverso. Siguiendo la senda heredada por el tirano de controlar todo en esta tierra, hasta las elecciones de las sociedades de alumnos de las escuelas, ahora toca el turno a la oficialización de la cultura a través del dominio de sus presupuestos y consejos.
Y el ejemplo permea en la estructura del consejo de Cultura estatal, donde se tiene contemplada la siguiente organización:
“En el sector público estatal: el titular del Ejecutivo del Estado, la Secretaría de Cultura, la Secretaría de Educación y la Secretaría de Finanzas.
“En el sector público federal y municipal: Un representante del área cultural federal y un representante por cada una de las cinco regiones en el estado.
“En el sector artístico y cultural, con representación de todas las regiones del estado: dos integrantes de cada una de las áreas de teatro, danza, música, artes plásticas visuales, y literatura; y un integrante de cada una de las áreas de cine, cultura popular, patrimonio cultural; promoción cultural, historia y periodismo cultural.
“En el sector de la ciudadanía en general: un representante de la Iniciativa Privada (a invitación del Ejecutivo), un representante de la comunidad académica relacionado con el ámbito cultural y un representante de las organizaciones no gubernamentales, relacionado con el ámbito cultural”.
En resumen, 24 funcionarios de Gobierno contra tres representantes de la sociedad civil en un juego siniestro y dictatorial de seguir dominando las expresiones culturales de esta tierra agraviada y endrogada. Una verdadera canallada que demuestra la continuidad de un régimen dictatorial y muy mansito.
SEGUNDA. “Sobre las andanzas de la señora de las cobijas”. Teresa Guajardo o la Tessy, como gusta que le llamen, había hecho su carrera política a la sombra de la exsenadora de mentiritas, Hilda Flores, de secretaria en el congreso. Flores la llevó al ICAI hasta que cayó de la gracia del dictador Rubén “N” y la mandó a las sombras. Pero en el trazo transexenal resucitó por obra y gracia de su tía, de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que por evento del artículo tendré que decirlo: Esther Monsiváis, de triste memoria para los coahuilenses. Al fin, en una carambola de varias bandas, el clan Moreira colocó alfiles que cuidaran y borraran sus huellas en el ejercicio de sus corruptos gobiernos, y colocó al muchacho que iba por las gorditas a “La Campana” como fiscal de hierro anticorrupción y, por otro lado, a la sobrina sumisa y calladita como secretaria de Fiscalización. Cerrada la pinza, a disfrutar de las mieses regordetas y llenadoras de la familia feliz, feliz y muy feliz por los siglos de los siglos.
Sin embargo, la sobrina ha estado incurriendo en graves errores de forma, que la Auditoría Superior de la Federación podrá detectar de inmediato en el caso de una campaña para erradicar actos de corrupción. Me refiero a la ausencia de esa dependencia en la asignación de los servicios de prestación de desayunos calientes y despensas por parte de la compañía Servicios Integrados Gama, propiedad de otra familia feliz: los Aguilón Rosales, pandilla conformada por Hugo Armando, Carlos Mauricio, Gabriel y David.
Mediante licitación pública, el DIF Estatal asignó a estos muchachitos contratos por 67 millones de pesos, pero sin la presencia de la encargada de Fiscalización del Gobierno del Estado, lo que hace endeble y atacable al fallo por parte de otros participantes.
De esta manera esa compañía y otras dos más del clan Aguillón acumulan más de 750 millones de pesos facturados durante la dictadura en su versión primera, y al menos otros 300 millones durante este régimen del encargado de los negocios Moreira Inc.
TERCERA. “Del cuento de nunca acabar”. Según información del Sol de México, y por vida del osito Bimbo, en el caso hipotético que los gobiernos estatales mantuvieran el ritmo de pago de su deuda como lo están haciendo al día, tardarían 50 años en liquidarla totalmente. El caso más patético es Coahuila que, a como la está pagando Blasito, nos llevaría 325 años de deuda por pagar y si no lo cree, haga cuentas. Uff, uff y recontra uff, diría el ingeniero Hernández desde la perla lagunera. Y colorín colorado este cuento se ha acabado. ¡Coahuila insumisa va en serio!