Mirador 15/06/17
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Esta pequeña flor se llama ruborosa.
Sus pétalos son blancos, pero si los tocas adoptan un tono rojo pálido como de mejilla de doncella tímida. A veces basta con que la mires fijamente para que enrojezca.
Cuando en el Potrero una mujer quiere motejar a un hombre cínico o desfachatado dice:
–La ruborosa tiene más vergüenza que él.
No sé cómo vino a dar al rancho esta ignorada flor. Acá no se conocía. Apareció de pronto en los jardines y en las macetas que cuelgan de las ventanas enrejadas. Nadie la trajo. La ruborosa podría decir lo mismo que La Varsoviana: “Yo solita vine a dar aquí”.
¿Por qué se ruboriza la ruborosa? Me imagino que recoge en ella una milmillonésima de la vergüenza humana y la lleva como expiación o sacrificio. Pero ¿acaso debe pagar una flor por la vergüenza de los hombres? Yo le pido perdón a la ruborosa, y cuando paso junto a ella me pongo rojo por la pena.
¡Hasta mañana!...