Tres textos de fin de año
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TEMAS
I
Polvo es el hombre, y siéndolo, regresa
al polvo, su principio y su retorno.
Este, señores, es viaje redondo:
en polvo empieza el hombre, en polvo queda.
El tiempo es polvo que sepulta todo.
Las cosas que ahora son, las venideras
y las que fueron, todas están muertas,
y cae polvo de tiempo en sus despojos.
Si hombre y tiempo son polvos de algún lodo,
y si todo es de tierra (hasta la tierra),
tengo, pues, mi final bien aprendido:
Cuando a mi polvo se le acabe el polvo,
yo iré dentro de ti, reloj de arena,
marcando el polvo en polvo convertido.
II
No muchas palabras. Una
solamente: La Palabra.
La grande, libre, impoluta
de academias y gramáticas.
Toma las otras y lánzalas
por la borda. Luego busca
aquélla en que se acabalan
todas las literaturas.
Y quizá, quizá, buscándola,
una de esas noches largas
sin escándalos de luna,
encontrarás tu palabra:
virgen, incólume, mágica,
nunca dicha, sólo tuya.
III
El filósofo invitó a sus discípulos a pasar una noche en la montaña. Quería que aprendieran a amar las cosas de la naturaleza, y sabía que a veces es necesario no ver las cosas para poder verlas mejor.
Juntos contemplaron el cielo constelado. Esa, les dijo, era la primera lección para no caer en tentaciones de ateísmo.
Luego se deleitaron con el brillo de la luna. Ahí –dijo el filósofo–, estaba, si no toda la poesía, sí la mayor parte de ella.
Por último se pusieron a oír los ruidos de la noche.
–Esto es cosa fácil –indicó a sus alumnos el maestro. Cuando tengan mi edad sabrán escuchar el silencio.
Horas después dijo uno de los discípulos:
–Maestro, la luna se ha ocultado y las estrellas desaparecieron ya. La noche es obscura, tenebrosa; por ninguna parte se ve ni el más pequeño asomo de luz. El temor invade el ánimo, y todo naufraga en las tinieblas. ¿Qué sucede, maestro?
Y respondió el filósofo:
–En estas sombras es cuando la esperanza de la vida brilla más. La noche es más oscura cuando está a punto de salir el sol.