Tú crees que estás In, pero la verdad es que estás Out.

Politicón
/ 18 octubre 2015

Por Mónica Hernández-Roa

Los jóvenes de hoy creen, piensan que están In, pero la verdad es que están Out.

Los jóvenes, la generación de hoy que, respira, come, desayuna, cena, va al baño, duerme, van a la escuela, toman clase, caminan en los pasillos, en la calle, en la banqueta, se suben al camión, al metro, vuelven a caminar por la banqueta, se acuestan, se levantan y se vuelven a acostar con un celular en la mano 20 horas al día, piensan, creen que su popularidad y aceptación entre los demás se mide con cuántos “like” tengan en cada publicación de su Facebook, a lo que ellos llaman “Post”.

Los jóvenes –y algunos bastante mayorcitos- creen que teniendo Facebook, Twitter, Instagram, Skype, cientos de seguidores y de “amigos” en estas redes, están In; que si tienen un celular, IPod, IPhone, o como usted le quiera y guste llamar, se acomodan con ello en este mundo vertiginoso donde, si no reciben una significativa aceptación púbica con un “like” de sus amigos, aliados, contactos o como usted guste llamarles, están Out.

Los más aferrados a estas redes, quienes incluso han cambiado sus horarios biológicos y duermen de día y se pasan horas en el Facebook durante las noches, han llegado hasta sentir alteraciones neurológicas, psicológicas o físicas como vómito, mareos, malestares, depresión, ansiedad, angustia, enojo y frustración.

En los casos extremos que se han registrado en el mundo, derivados por esta afición o adicción a las redes sociales, y por la escasa aceptación pública o hasta por bullying en el Facebook, los chicos y chicas adolescentes y menores de edad, han llegado hasta el suicidio.

Además de todo lo anterior, la generación de hoy se ha vuelto adicta y completamente dependiente a esta modernidad incontrolable, sobre todo en las casas de éstos jóvenes donde no hay un control ni disciplina por parte de sus padres para el uso de estas redes de comunicación social, francamente bastante insana.

¿Por qué les digo a los jóvenes que están Out, y están lejos de estar In, como ellos creen?

Porque algunos han perdido sentido y gozo por la vida y por los breves y pequeños momentos que hacen inolvidables las circunstancias y algunas escenas maravillosas que se volvieron irrepetibles en nuestra vida, ¡pero que las disfrutamos mucho!

Más grave aún veo, que los que no han perdido ese gozo por los breves instantes de la vida, más triste aún: ni siquiera lo han conocido…

Por ejemplo, vayámonos a un rango de infancia de entre 7 y 12 años de edad. ¿Cuántos de esos niños han jugado canicas, burro tamalada, bote pateado, avioncito, “la traes”, el látigo?, ¿ese juego donde todos nos agarrábamos de las manos y hacíamos una super filototota y si eras el último en la corredera que hacíamos todos te iba como en feria porque seguramente saldrías volando a la primera vuelta brusca que dieran los demás?

Okey, yo estoy de acuerdo en que Doña Blanca “está cubiera con pilares de oro y plata” es un juego demasiado blanco, infantil y bello para nuestros días, ¿pero por qué los niños tienen que renunciar a esa inocencia e infancia nada más porque usted quiere que estén In y les compra su Tablet a los 4 años de edad y les abre su cuenta de Facebook a los 6 años de edad?

Yo, a este tipo de adultos, ¡no los entiendo!

Y luego viene la adolescencia donde ¡ya no jugamos estos juegos! Pero tampoco  nos corre prisa por crecer ni ser adultos ni vivir cosas de adultos.

Es esa edad infantil-romántica donde apenas nos empezamos a enamorar de aquel chico de cabello lacio, o de aquel que anda en moto, o de aquel chico serio que pasa todos los días por tu salón y a quien miras pasar por la ventana, o de plano nos fijamos en aquel artista que salió en quién sabe qué serie o película.

La adolescencia, si usted le quita el Facebook, debiera seguir siendo una etapa de asombro, de duda, de pudor, conocimiento e información sexual, algo distorsionada si usted quiere, pero al fin información, ¿recuerda?

¿Pero hoy? ¡Las cosas que ven, hablan, escuchan y hacen nuestros adolescentes! Y claro que me asombro, porque pareciera que a los padres de esta generación de chavos y chavas, se les da por sentirse cómodos en este avance anti-natural de jovencitos de menos de 16 años, incluido el aspecto sexual.

Y ahí va en aumento la maternidad entre niñas adolescentes, cuyas vidas se transformarán dramáticamente –y no para su bien, déjeme informarle- debido al exceso de información y a los ojos lejanos de los padres que siguen sintiéndose cómodos regalándole objetos caros para uso de internet a sus desinformados hijos, y sobre todo, para quitárselos de encima aunque sea por unas horas…

La generación de hoy no conoce la sensación de la tierra en las manos, en los pies, en la cara. La sensación de la arena del mar y del mar en los pies cuando corres por la orilla, o de un columpio de madera con el que casi volamos sobre el río y a donde nos dejamos caer en un gran chapuzón…

Los jóvenes de hoy no vuelan papalotes, no hacen barquitos de papel para que se los lleve la corriente; si pasa un desfile en la calle corren a tomar la foto con su celular, en vez de disfrutar el desfile y decirle adiós a los niños, ¡urgen subirlo al Facebook!

La generación de hoy habla mucho en el Facebook, que si están en contra de las corridas de toros, del maltrato a animales, que si el Presidente de México esto y que si el Presidente de EU aquello, que si Donald Trump lo otro y que si lo que pasa en el mundo también aquello, hablan mucho, pero no hacen nada.

Que no está mal hablar, ya el derecho a expresarnos y a decir lo que pensamos bastantes vidas costó en este mundo y en nuestro país como para que no hagamos uso de esta libertad, pero leer esto diario y no ver a nadie hacer nada, también cansa.

Llevar las palabras a los hechos, es de pocos y es de valientes, me han dicho…

Los jóvenes de hoy no saben jugar resorte, no saben usar la resortera –algunos no creo que la conozcan- y no recuerdo a ningún niño campeón del trompo, de las canicas, ni del yoyo.

Las niñas ya no quieren jugar con barbies de plástico, quieren jugar –me ilustra mi hijo Emiliano porque yo apenas los identifico- con Candy Crush, Criminal Case, Dragon City, etc.

Los niños de hoy no saben jugar damas chinas, damas inglesas, ajedrez, palillos chinos, turista mundial. ¡Ya no arman rompecabezas! ¿Y apoco son juegos sólo para niños? Porque a mí me siguen encantando...

¿Y qué le digo de los adultos?

¿Ha visto usted a dos adultos en una mesa en el Vips, enviando mensajes de WhatsApp?, ¿el uno frente al otro, sentados en la misma mesa?

¡Qué cosa más dramática podría compararse con eso!

¿Ha visto a su amiga sacar su celular mientras usted pasó a saludarla –después de mucho tiempo  de no verse, excepto por el Facebook- y mientras usted trata de decirle algo ella está enviando un mensaje a no sé quién, y hasta se ríe con no sé quién en su celular?

¡Es el colmo!

¡A dónde hemos llegado!

Seguramente que usted no estará de acuerdo conmigo, pero me encantaría sentarme en una mesa con un café para que lo discutiéramos, no me mande mensaje, porque lo borraré con el paso de los días y debido a este feo hábito del Facebook, lo más seguro es que usted y yo jamás nos conoceremos.

Si usted se siente In con todas esas herramientas y subiendo al Facebook todo lo que come, todo lo que hace, todo lo que piensa, dónde está, con quién, cómo, cuándo y dónde, pues déjeme decirle que desde mi punto de vista usted está In en un mundo virtual, pero está Out en este mundo de la realidad.

¿Tiene usted idea de cuántos infartos, pleitos entre novios, ataques de ansiedad y locura podría provocar la caída del sistema si en un segundo dejara de existir el Facebook?

¿Se imagina qué pasaría con sus hijos si dejan de tener Facebook y por más señal que buscan desesperados en la calle esta red terminara por desaparecer?

¿Le cuento que me pasa a mí cuando cierro el Facebook por varios días o semanas y no sé de otros temas excepto de mi familia, mi trabajo, mis proyectos y veo en persona a cada una de mis amigas, una por semana?

Se lo confieso: vuelvo a ser feliz. En vivo y a todo color, con un abrazo, una bella sonrisa frente a mí, me vuelvo a sentir viva y muy feliz.

Le doy importancia a las cosas comunes, como tomar un camión para salir de la ciudad, o manejar por la carretera para que me de el aire en la cara, comprarme una nieve de limón en un parque, sentir cómo me escurre por el brazo el chilito de mi chicharrón de harina, escuchar y ver a tantos niños corriendo, bajando y subiendo al kiosko de la plaza del pueblo, escuchar el sonido del pitillo del globero, las campanas de la iglesia, caminar con mi esposo tomados de la mano y ver los ojos y la sonrisa de mis hijos.

No me importa estar Out en un mundo virtual, de fantasía, donde tampoco me importa no tener una destacada participación.

Lo que me importa es estar In en mi mundo real, con salud, viva y mirando de frente una vida que sé no se repetirá jamás.

TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM