Reflexiones sobre el sistema educativo en México

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Desde su establecimiento, el Sistema Educativo Nacional (SEN) ha tenido cambios vertiginosos. En sus inicios tenía como propósito el combatir el analfabetismo, lo que ocurrió entre 1920 y 1940. De manera institucional y con apoyo de ciudadanos externos que voluntariamente enseñaban a leer y escribir −como lo fue mi abuelo paterno, el coahuilense Apolonio Gómez Cortinas− se fue abatiendo el 70 por ciento del analfabetismo.
Entre 1940 y 1980 se fue diferenciando el sistema educativo creando subsistemas como la preparatoria o la formación profesional, pero la crisis económica de los años ochenta, que se padeció en México, afectó su crecimiento. Se hizo presente la obsolescencia de planes educativos y la pobreza en cuanto a la capacitación de quienes estudiaban carreras magisteriales. Los dignos profesores fueron viviendo los resultados del sindicalismo que aún los mantiene en un estado de estancamiento.
Es evidente que no se ha alcanzado la cobertura total de educación y que sigue habiendo analfabetas; los estudiantes que están egresando con regulares estándares de rendimiento académico. La educación básica carece de calidad. Solamente observemos la ortografía de los adolescentes y jóvenes que nos rodean, así como su habilidad para leer y comprender lo que leen, para validar el tema de la mala calidad en la enseñanza.
Por otro lado, la centralización de la educación en México ha generado una burocracia infinita. Y en materia de pagos debo recordar el adjetivo de “pobresores” en lugar de profesores, que algunos buenos mentores utilizan para llamarse así por los exiguos salarios que reciben.
El sistema educativo mexicano requiere de mejores maestros, para ello hay que elegir a los mejores perfiles para cursar la carrera magisterial, luego, ya cuando son profesionales, pagarles por su trabajo a la altura de la importancia de su profesión y reconocer a los más destacados para ocupar posiciones de responsabilidad directiva.
En el Acuerdo Nacional de Modernización de la Educación Básica lo primordial fue descentralizar el SEN, lo que se ha logrado a medias. La reforma de planes y contenidos y el propiciar una carrera magisterial fueron otros dos de los objetivos de este acuerdo.
A finales del sexenio 1988-1994, después de que se privatizó la economía nacional, se decidió transferir a los Gobiernos estatales los recursos financieros y materiales para que se encargaran directamente de la operación educativa en sus estados correspondientes, pero también esto pasó a ser una especie de botín al que en muchas entidades federativas le han seguido sacando provecho económico y político malos funcionarios. Esta descentralización tampoco ha provocado una mejora en la calidad de la educación.
La Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) es una plataforma en la que se miden con indicadores precisos el estatus de los países desarrollados; uno de los indicadores más importantes es el de la educación. En ello no puede haber “moches” ni canonjías, ni comprar con alquimistas de la estadística los primeros lugares.
La OCDE, como gran asesora en materia de políticas públicas de países, ha recomendado mejorar la capacidad de liderazgo de las escuelas mexicanas. Lo que no resulta fácil porque hay carencia de liderazgos proactivos en general en nuestro País, y sin autonomía escolar este desafío resulta más difícil de lograr. Y sigue habiendo rezagos en poblaciones de origen indígena en las que se carece de una biblioteca para amparar a escolares en cuatro niveles de educación.