Relaciones humanas no hegemónicas
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La caducidad del cuerpo es algo que incide directamente en las interacciones personales, es decir, al momento de elegir pareja en el contexto social. Esta consideración se basa primordialmente, en la necesidad biológica de la reproducción.
Sin embargo, si bien la frescura del cuerpo se solicita generalmente a la parte femenina -si hablamos de relaciones heterosexuales-. El cuerpo masculino puede sin problema recorrer el rango que alcance incluso los 80 años, es decir, la caducidad no aplica incluso trascendiendo el rango de juventud. Esto sin duda, en nuestro país tiene como resultado matrimonios de mujeres en incipiente pubertad (uniones naturalizadas como normales todavía en el contexto de finales del siglo veinte). Son prácticas que encubren en una amplia mayoría, abusos sexuales o relaciones de sometimiento y de poder que se normalizan como sanas, sin serlo. A algunas les llaman tradiciones o usos y costumbres.
Inclusive las interacciones eróticas, sexuales o románticas que no tienen fines reproductivos en una primera mirada, están basadas por lo general, en este esquema hetero-normado patriarcal. (Por cierto, me pregunto ¿cuántas fantasías sexuales incluyen el sometimiento del otro y qué significa esto en la experiencia de vida de una persona?)
Por otro lado, tenemos las relaciones que no consideran la caducidad del cuerpo dentro del contexto hetero-normado patriarcal, ¿y qué significa esto? Evidentemente no hablo del hombre mayor y la jovencita con todas las implicaciones que conlleva: gusto, placer en ambos, protección monetaria de parte de quien juega el rol masculino, juventud de la otra parte, porque este modelo es el que ha privilegiado en la mirada del mundo, precisamente el sometimiento, el poder hegemónico piramidal económico y una estructura de caducidad de los cuerpos. Hablo de las relaciones en las que el cuerpo y su caducidad presente es aceptada aún y cuando pase el rango de “producto” consumible. Ciertamente no se habla en este espacio de relaciones eróticas casuales o parejas que buscan reproducción; se habla de relaciones que pueden derivar en largos años de interacción y conocimiento, incluso de amistades que operan bajo principios muy particulares, producto de la propia exploración de cada persona. Es decir, se abren las posibilidades de las relaciones, las cuales pueden derivar o no, en acuerdos que tengan salidas sociales como el noviazgo o el matrimonio.
En este tipo de relaciones no hegemónicas, se aplican patrones de interacción que se entrecruzan: hombres femeninos, mujeres masculinas, avatares y toda una larga lista de identidades elegidas o exploradas que corresponden a lo no binario.
Aquí se presenta entonces, una pregunta ¿qué es lo que ve en el otro/otra quien se aleja del menú a la carta largamente afilada por la tradición? ¿Es acaso la transgresión por sí misma? Por supuesto entra esta posibilidad, sin embargo, no sería lo único a considerar, omitir el resto de variables, sería eliminar el amplio rango del imaginario humano para interaccionar.
De acuerdo al investigador Santiago Zigliotto, la representación social preponderante de lo masculino hace décadas es objeto de disputas. Dice que en los ochentas, surgieron teorías que se basan en los distintos procesos de significación de diversas masculinidades ya presentes. Así ha sido posible cuestionar las pretensiones de universalidad y de neutralidad de la idea hegemónica de masculinidad, buscando comprender los efectos que la dominación masculina produce.
Por su parte, el psiquiatra Bonino Méndez definió a esta masculinidad dominante con el nombre de Normativa Hegemónica de Género, la cual supone un modelo proscriptivo y prescriptivo de conductas, valores, deseos, cuerpos y relaciones sociales que es externo y anterior a los sujetos, se les impone y los constituye como varones”.
Así, hablar de esta otra realidad relacional desde, or ejemplo, los Colectivos de Varones Anti-Patriarcales de Argentina que surgen a partir del 2010, está relacionado con la historización de las relaciones de género trabajado por los movimientos feministas desde los sesentas.
Como resultado, tenemos que el cuestionar constante de las representaciones masculinas hegemónicas y sus relaciones con otros, atenta contra la actual hegemonía profunda y estructural en las sociedades a nivel global.
El vocablo hegemonía proviene del griego “eghesthai”, que significa ejercer de guía, “ser jefe” o conducir. También remite al verbo “eghemoneno”, que también tiene reminiscencias militares, verbo del que deriva comandar, o bien, estar al frente.